Spicy Frappuccino [TodoBaku/BakuTodo]

Luna de miel

   

                           
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¿Alguna vez se han imaginado cómo sería la luna de miel de Bakugō y Todoroki?

Les invito a la aventura de este par de idiotas, mismos que comenzaron su luna de miel con tanta "suerte" que no sabemos aún cómo se decidieron a ir.

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— ¿CÓMO QUE SE TE QUEDARON LOS PASAJES, PEDAZO DE ANIMAL?

El grito de un rubio a la entrada del aeropuerto llamaba la atención de todos los presentes, impactando a más de un transeúnte que aumentaba sus pasos con el fin de poder evitar cualquier discusión que se avecinara, nadie quería ser el pobre bicolor. Por su parte el chico "agredido" le miraba con aquella calma que le caracterizaba, rozando la imbecilidad para muchos de los que aún se mantenían a la espera del desenlace de la pelea, contando los segundos en los que su pareja se demoraría en relajarse un poco y le permitiera hablar.

— Bakugō....

— Cállate mierda, aún no llevamos ni un día casados y ya estás fracasando.

— Katsuki...

— Bien decía mi madre que nadie sería mejor que yo... A quien engaño, esa vieja bruja te ama, más que a mi incluso.

— Todoroki Katsuki, te voy a pedir que te calles. Podemos imprimir nuevamente los boletos, cálmate y apurémonos.

— Bastardo, no me llames así aún, no me acostumbro.

El sonrojo en sus mejillas era la evidencia clara, dejando que el bochorno que ambos habían provocado pasara a segundo plano mientras avanzaban con las manos tomadas, buscando su aerolínea para poder ir con rumbo a Hawaii, aquel destino paradisiaco elegido por Kaminari y Kirishima, par de idiotas que habían disfrutado primero de aquel lugar.

El trámite fue breve, un par de regaños por parte d ellas encargadas pero al menos habían podido sacar la copia de los tickets de ambos, embarcándose a tiempo para el vuelo y pasando los controles migratorios en menos de lo que habían averiguado. Agradecidos por ello abordaron el avión con rapidez y es que era la primera vez que estarían en primera clase, querían ver si todas las comodidades que habían ofrecido a la hora de comprar sus boletos eran ciertas, sumado a las ventajas que tendrían en la estancia que durase la única escala del vuelo durante su regreso.

Maravillados era poco, aquel espacio designado para ambos era tan amplio que el cenizo se sentía morir, probando de inmediato cuánto se reclinaban los asientos, extasiado cuando el mismo quedó como una mullida cama.