Spicy Frappuccino [TodoBaku/BakuTodo]

Loving you

[Acompañar con la canción: Loving You- Minnie Riperton.

Así se entenderá el ambiente entre ambos.]

La noche había caído con sutileza, y es que aún se podían avistar esos vestigios de luminosidad que bañaban la cocina de aquel par.

Descuidados, desaliñados para algunos o sencillamente idiotizados era un término que les quedaba: Ambos en ropa interior, mientras que Shōto portaba la playera del rubio, aquella que le quedaba entallada pero combinaba perfectamente con la situación que se desarrollaba. Katsuki picaba los vegetales con calma, mientras el bicolor le ayudaba con la preparación de la carne para la cena, condimentando con cuidado para que el sabor no se eclipsase con las especias y arruinase su idea.

— ¿Shōto, hiciste Shazam a la canción ayer en el supermercado?

— ¿Uh?...Si, la añadí a mi playlist.

Las palabras confusas del aludido fueron un deleite para el cenizo, aquel que tomó el móvil de su pareja antes de entregárselo para que pusiera la contraseña y así poner la tan ansiada melodía. El albino le miró confuso hasta que aquellas notas suaves inundaron la cocina, al tiempo que Bakugō se acercaba al interruptor, dejando que la única luz que les custodiase fuera la de aquel ocaso.

Sintió los brazos de Katsuki en su cadera, dejándole paralizado mientras sus labios eran asaltados por un experto rubio, que movía el cuerpo de ambos al ritmo de aquella melodía mientras un ósculo relajado iba creciendo. Las emociones en el cuerpo de Shōto crecían, y es que momentos así de tiernos donde la música les envolvía y se dejaban llenar por la melodía no existían, quizá aún eran un romance demasiado prematuro.

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"Lovin' you is easy 'cause you're beautiful... Makin' love with you is all I wanna do"

"Lovin' you is more than just a dream come true"

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Dulces melodías que adormecían al bicolor mientras el beso parecía que energizaba a ambos, acompasando aquellos con la danza que tomaba lugar en la cocina, girando como si de un vals se tratase, rozando sus narices cuando el aire faltaba pero la sonrisa en el rostro de aquel par parecía enmarcar una cuadratura de fotografía, donde la escena de dos jóvenes besándose y danzando mientras románticas frases acompañan la velada podría ser perfectamente la escena de un cuento de hadas. El menor de ambos atinó a recorrer el rostro de un impactado bicolor, besando cada centímetro de su rostro mientras la sonrisa idiota no abandonaba al más alto, y es que su estómago no dejaba de burbujear por la situación, oyendo la letra con total atención mientras el otro parecía que no podía dejar de adorarle, era un momento tan íntimo que si Shōto pudiese revivirlo diez veces más, lo haría sin dudar.

— Ka-Katsuki....

— Solo cállate y disfruta.

Sus labios nuevamente atrapados por el cenizo callaron algún reproche, dejando que cualquier duda muriese ahí mientras volvían a danzar al oír que la melodía iniciaba nuevamente para ambos, dejándose embelesar en aquella burbuja que parecía hecha para su amor. Sus falanges por fin atraparon aquellos trozos de oro que brillaban bajo la luz de la incipiente luna, adorándole con determinación mientras sus labios querían poder fusionarse con aquel chico que no entendía el porqué su pareja estaba tan perdida, quizá aquel idiota no dimensionaba la calidad de la letra de la canción, aquella que describía los sentimientos de Shōto con tal perfección que quemaba, le perforaba por dentro mientras un par de mariposas abandonaban su cuerpo.

¿Cómo era posible que un momento tan íntimo le consumiese la cordura?

¿Era posible enamorarse con tanta rapidez?

¿Era posible sentir tanto con un solo toque?

No se lo quería preguntar, pero esos casi dos meses juntos habían sido una experiencias que lejos de disminuir solo ganaba a pasos agigantados el corazón de aquel chico frío que había caído después de una invitación al cine por parte del rubio.

Ninguno sabía quizá lo que estaban sintiendo, solo sabían que estar juntos se sentía bien, que al estar acompañados podían ser ellos mismos y no dolía. Esos amaneceres donde sus cuerpos enredados solían confundir al bicolor, aquellos besos que le regalaba el chico de aspecto rudo venían a su mente mientras la melodía continuaba resonando en el lugar, dejando que fueran más las mariposas que parecían abandonar a Shōto a causa de sus sentimientos cada vez más confusos.

— Eres hermoso...

— ¿Qué dijiste?

— Nada, imbécil.

Por ensimismarse podría decirse que se perdió algo de las cursilerías de su chico, pero si iba un par de horas más atrás donde habían estado compartiendo la cama del rubio mientras comían, podría decir que todo era perfecto, así como aquella canción.
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"No one else can make me feel
The colors that you bring"

"Stay with me while We grow old
And We'll live each day in springtime"

"Cause lovin' you is easy cause you're beautiful...
And every day of my life is filled with lovin' you"

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La melodía abandonó aquella escena que se plasmaba para ambos, dejando el repiqueteo ansioso de parte del más alto mientras el rubio besaba su mejilla para volver a retomar sus labores de cocina, aún en la oscuridad.

Un par de segundos bastaron para que el chico saliera de su ensimismamiento, encendiendo la luz de la habitación antes de acoplar sus brazos a la cintura de Katsuki, besando la piel libre tras su cuello, aquel lugar que despedía su característico aroma con leves notas del frescor de CK que solía portar.

— Amo tu aroma.

— Lo dices seguido, idiota.

— ¿Si?... Es que me encanta.

La vergüenza no le invadía, al menos no cuando tenía al chico a su lado, pudiendo aprovechar aquellas facetas donde le mimaba de una y mil formas, enamorándole y reafirmando sus deseos de que aquella semana juntos no menguase. Y es que, no podía resistirse a despertar a media noche o en plena madrugada y sentir
como aquel acorazado le besaba aún dormido, las innumerables ocasiones en las que le abrazaba o enredaba las piernas de ambos si tenía frío y lo mejor de todo: El desayuno a la cama, y es que Shōto se había mal acostumbrado a que el cenizo le llevase algo para comer mientras se desperezaba, siempre despertándole con tanta dulzura que no pareciera que tenía un carácter de los mil demonios cuando estaban en público.

Separó su cuerpo del chico solo cuando la comida ya estuvo en su punto, revolviendo un par de veces más antes de acercarle la cuchara y soplando para que no se quemase, así como él hacía consigo cuando era a la inversa. Le miró dudoso y es que ante aquel cocinero se sentía flaquear, pero su sonrisa y aquel beso que regalaba en la punta de su nariz era un indicativo que estaba digerible, quizá incluso comestible.

— Al parecer tengo que sorprenderte más seguido, cocinas de puta madre.

Esa sonrisa socarrona, ahí estaba para recordarle lo mucho que le gustaba ese chico de cabellos revoltosos, aquel que le sorprendía con gestos tan inusuales como el de ese instante, pero que sin duda alguna conquistaba su corazón.