[ Canción recomendada a la lectura: Yuri on ice - Taro Umebayashi ]Bakugō había llegado temprano a clases, era un día miércoles cargado de primavera y buenos ratos de sol, momentos en los que aprovechaba de descansar en las áreas verdes aledañas al ingreso al edificio. Se dispuso a caminar a las taquillas para poder guardar sus pertenencias de valor cuando algo ahí llamó su atención, era un sobre en tonos lila, perfectamente cuidado y reposaba sobre su libro de matemáticas.
¿Había alguien que pudiera colarse en su casillero?
Quiso enojarse, pero en el instante que tomó aquel trozo de papel y vió la perfecta caligrafía que enmarcaba su nombre en el centro, se dió cuenta que no era cualquier intruso, era uno astuto ya que se había ido sin dejar rastros más que aquel perfumado rectángulo. Lo tomó entre sus manos una vez que guardó lo que tenía como propósito inicial, avanzando hacia su árbol preferido y así salir de la duda sobre quién era el bastardo que se atrevía a traspasar sus fronteras.
Vislumbró a su alrededor que nadie estuviese espiando, acomodándose al tronco de ese cerezo que tanto le acompañaba en sus días alegres, reposando unos instantes antes de abrir el sobre, sorprendiéndose nuevamente por la pulcritud de aquel obsequio, mismo que dejaba a la vista un exquisito gusto, además de un cuidado en cada trazo a simple vista, era algo demasiado delicado para si. Arrugó el entrecejo, y dejó que su mentón reposara en su siniestra antes de ya por fin leer, atento a cada palabra y frase que enunciaba para si, un deleite visual que poco acostumbraba a poseer, pero sin duda alguna era un tesoro que desearía guardar.
[ • • • ]
"𝒴𝑜𝓊, 𝓂𝓎 𝓁𝒾𝓉𝓉𝓁𝑒 𝓈𝓊𝓃𝓈𝒽𝒾𝓃𝑒.
¿Alguna vez te has sentido vacío?
Pero no es cualquier vacío, es ese vacío que duele, que te cala los huesos y que por más que lo intentes no lo puedes llenar.
Así me sentía yo, cada día era levantarme y quedar presa nuevamente de mis inseguridades, donde mis dolencias salían a relucir y me recordaban lo imperfecta que era y el hecho de que no pudiera tener a nadie que acabase con ese dolor.
Estaba pasando por un momento más tranquilo, más idóneo para lo que sería el compartir conmigo misma pero siempre recalcándome lo que me faltaba y como fallaba, mis sonrisas eran difíciles y escasas, solo eran de una persona y esa, me hacía sentir sola. Suena irónico, que mi única compañía me hiciera sentir más sola de lo que ya estaba, no era sano. Lloré muchas veces mientras fingía que estaba todo bien, que podía sentir que no dolía la indiferencia de quienes yo deseaba a mi lado, amistades tan vacías como un vaso nuevo.
Era todo matices de blanco y negro cuando te vi, con esa sonrisa pequeña, misma que me encandiló desde el primer momento en el que te vi. Tenías un color tan vivo que me dio vergüenza la ausencia de colores que yo tenía, me sentía tan insulsa a tu lado, era triste comparar tu fulgor y el mío, porque yo me sentía perdiendo.
Comenzaste a hablarme más, a hacerme reír de formas impensadas, mismas que me fueron encantando de tal forma que no fui capaz de darme cuenta cuando mi vida había pasado de gris a pastel, que tenía nuevamente esa sonrisa enmarcando mi rostro mientras me perdía en tus benditas actitudes. Los días pasaron como un parpadeo y me asusté, porque acababas de llegar a mi vida y ya te estaba extrañando, ya añoraba el tener una palabra tuya para poder sonreír como una infante.
¿Qué hiciste con mi vida?
No lo tengo claro, pero osaste poner todo patas arriba de una forma tan maravillosa que me siento hasta agradecida, porque rompiste todos mis esquemas, todos los planes por muy imperfectos que fueran y les diste una pincelada de tu personalidad, de ti y con ello yo ya soy feliz.
Eres esa vitamina que me ayuda a levantarme y hacerlo con una sonrisa tan amplia que me desconozco pero aun así me encanta, porque llevaba tiempo queriendo algo así, donde pudiera ser yo y poder brillar así, que alguien me quisiera aún si soy una piedra sin brillo, se diera el tiempo de cuidarme y mantenerme ahí, como un tesoro.
¿Bastará con un me gustas?
No, sé qué no es suficiente para todas las sensaciones que me provocas, pero créeme que estoy buscando la forma adecuada para poder expresarte esas burbujas y mariposas que revolotean en mi interior, porque me haces sentir tan pero tan feliz que solo me haces querer verte brillando, deslumbrándome como lo hiciste desde un inicio y formando ese vínculo especial que tenemos solo nosotros, donde da igual lo que todos consideren normal, mientras para nosotros sea perfecto es ideal.
Te quiero, mi niño de sonrisa deslumbrante.
Me encantaría poder seguir compartiendo momentos juntos, poder crear un cuento tan largo e interminable que nos haga felices, donde podamos crear esos instantes que atesoramos con fuerza, que nuestro corazón siga latiendo con fuerza y nuestros estómagos sigan revueltos de tanta felicidad."
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Cuando acabó de leer, su corazón palpitaba desbocado, un colibrí repiqueteando ansioso era la sombra de cómo se sentía el cenizo en aquellos instantes, asombrado de tener a alguien con sentimientos tan intensos para si, que se pudiera expresar con tanta facilidad mientras él se sentía caer en ese pozo de emociones, mismo que le sumergía y atrapaba con destellos y colores sin igual, era un mar de sensaciones que le superaban con creces a cualquier otra que pudiese experimentar diariamente, donde el enojo y los malos modos parecían primar. A su imagen llegó la imagen de Shōto, aquel diamante que había conocido pocas semanas atrás por esas casualidades de la vida y sin querer se había vuelto una fuerte adicción a su persona, relajando el ambiente en el que solía verse envuelto tan solo con un saludo.
¿Cómo era posible aquello?
Bendita mujer aterciopelada, benditos cambios a su ser.
Se puso de pie con un pensamiento en mente, iba a esperarle en la entrada del instituto y tomaría su mano, tal como lo había hecho el día que fueron a patinar sobre el hielo del parque central, esperando ver aquellas mejillas sonrojadas por su presencia, sintiendo todo su ser temblar ante la idea de algún fracaso, pero las palabras de la carta eran sustancia suficiente para que pudiera caminar más veloz. Sus pasos eran raudos, esquivando a un par de estudiantes mientras comenzaba a ver el gentío ingresar por el portón principal, buscando ofuscado a aquella larga cabellera que solía embobarme en clases de física.
Se detuvo una vez que pudo ver aquella silueta, regalándole una vista privilegiada de aquellas gemas bicolor que resplandecían para si, abriéndose un poco más de lo normal una vez que le tuvo frente así, dándole el gozo de poder acercarse en silencio, mientras tomaba su mano como lo habían hecho con anterioridad, evitando que fueran las palabras las que mandaran todo y solo se expresó con lo primero que vino a su mente: un suave beso. El ósculo fue breve, pero consistente ya que el repiqueteo de ambos adolescentes sumado a la sorpresa de la multitud eran el escenario que inundaba aquel lugar, pero el rubio solo seguía con aquella carta en mente, así que con una sonrisa burlesca mientras acariciaba uno de sus pómulos con el dorso de su mano, se dispuso por fin a hablar.
— Eres la molestia más grande que me ha llegado desde la varicela, pero quiero que sepas que me siento orgulloso de ser más brillante que el puto sol en tu vida y que de mi no te vas a librar, idiota.
El rostro de la joven era un poema, sus labios entreabiertos mientras el sonrojo se extendía a sus orejas daba a entender que había leído su carta y adivinado el emisario, aunque ello solo le hacía sentir más agradecida, ella era correspondida.
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Spicy Frappuccino [TodoBaku/BakuTodo]
FanfictionConjunto de historias en distintos universos alternativos, una nueva forma de shippear a esta pareja disfuncional. [ Todo pedido se realiza en comentarios ]