Esperando...

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Ahí estaba yo... Sentada en el suelo con las piernas encogidas y el corazón roto, esperando a que alguien me sacara de la oscuridad, la cual me llamaba para que fuera más hondo, suplicando a cualquiera en mi interior para que me sacara del abismo que me asfixiaba poco a poco... pero nadie me escuchaba.

Me sentía apagada, cansada, insufrible, irascible... Y no sabía cómo ponerme de pie y estabilizarme.

Las ocho de la mañana y yo sentada en el suelo del baño del instituto.

¿Qué hacéis? Estoy esperando...

Me dolía el estómago, las entrañas me rugían y me pedían que comiera algo. No quería. Quería esperar, esperar algo que no iba a llegar.

Y es que es así... Nos pasamos la vida esperando cosas que a fin de cuentas no van a llegar o volver... A no ser que seas tú quién les de un empujón para que lo hagan. Y a veces, ni siquiera lo hacen. Esperar es una estupidez, es de personas que quieren ver la vida pasar sin importarle quién vaya por delante suya o quién detrás... o quién a su lado. De personas que lo quieren todo hecho, de no esforzarse o de no luchar por lo que quieres... Nada va a llegar a tu vida sin esfuerzo, ganas y valor. Ni siquiera la persona que quieres. Y si lo hace, ¿tiene algún mérito? No. Necesitamos espabilar. Necesitamos sentirnos más jóvenes, más llenos, más felices... ¿Dónde está esa motivación para vivir? ¿Dónde...?

Esperando me encuentro. Estoy esperando algo que no va a llegar. Porque en esta vida o pones tú las reglas y comienzas a jugar... o la partida de tu vida no comienza.

Deja de esperar, ya es hora.

Mi pequeña destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora