Pensamientos al vacío.

24 1 1
                                    

Uno no se replantea la de veces que piensa al día. Hay pensamientos de todo tipo: que si letras de canciones que se encuentran perdidas por el infinito del espacio mental; que si escenas del pasado, de hace tantos años y que están tan borrosos, que no sabes por dónde cogerlos; que si mensajes subliminales que nos mandamos nosotros mismos, y tan esporádicos, que no sabemos leer entre líneas; que si fantasías descontroladas por un sueño que deseamos ver hecho realidad a base de magia potagia; que si recordamos a esa persona que nos hizo tanto daño pero tanto daño que ahora ese recuerdo es un vago dolor que sigue metiéndose en la yaga de la herida una y otra vez... Hay tantas cosas que podría hacer una lista interminable e indomable de todas ellas. Y el problema es que no nos paramos un momento. No lo hacemos. No detenemos los pensamientos. La vida pasa y pasa, y pasa, y vuelve a pasar mientras nosotros estamos estancados en nuestras memorias, enganchadas a ellas como un amante a su amada, como un artista a su musa, como un niño a su mejor amigo imaginario, como una mascota a su dueño... Y así sucesivamente.

No nos replanteamos lo que pensamos. No paramos. Nos cansamos. Y nos volvemos a agotar mentalmente.

Párate. Y mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Yo veo a alguien muy similar a mí misma tras ese espejo. Pero parece una extraña.

¿Qué piensas tú de todo esto? Me pregunto.

No pienso. No como tú. Me respondo.

Sí piensas, porque existes. Y cuando respiras y existes piensas. Siempre. Sin parar.

Por eso para. Para y recapacita. Párate en ese acantilado y solo ahí te permito pensar.

¿Para qué pensar tanto? Yo no salto.

¿Y tú?

¿Saltarias al vacío o te quedarías en el acantilado sentado viendo la preciosa vida pasar, vacilante y decidido?

Yo ya he decidido.

Mi pequeña destrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora