Respiré profundamente intentando calmar el torbellino de nervios que giraba con fuerza en mi estómago. Sentía su constante mirada en mí mientras hablaba y eso hacía que me pusiera más nerviosa todavía.«Así no me ayudas para nada a tranquilizarme. »
Revoleé los ojos con cansancio, comenzaba ya a aburrirme la conversación. O bueno más que a aburrirme, a desesperarme... Pero da igual, era prácticamente lo mismo.
– ¿Me estás escuchando?
– No. –respondí ariscamente.
– Sabes que no me escuchas porque lo que estoy diciendo es más que cierto y no quieres aceptarlo –subí mis piernas al banco, abrazándolas y encogiéndome como una bola. Escondí mi cara en ellas y resoplé–. ¿Por qué te centras en que nadie puede estar contigo por cómo eres tanto por fuera como por dentro?
«Porque tenía razón, sin más. »
Había pasado toda una vida llena de relaciones tóxicas, y no hablo solo en el tema del amor. Vivía rodeada de toda esa mierda que me destruía cada día un poco más si es que podía romperme todavía más de lo que estaba. Era normal que a estas alturas no me fiara ni de mi propia sombra. Habían hecho de un espejo intacto, uno totalmente destruido en mil pedazos, y nadie quiere algo que está roto.
– Cuando vas a un jardín lleno de flores, te sueles fijar en las más hermosas, ¿no? Son esas las primeras que te llaman la atención. Con las personas es lo mismo.
- Te equivocas –contestó al segundo–. Todas las flores son hermosas, todas destacan a su manera. Todas son bellas por fuera. Y como dices, pasa lo mismo con las personas. Pero además de eso tienes que esforzarte y mirar el interior –miré al frente, confusa y perdida entre sus palabras. Veía las calles repletas de personas y me preguntaba muchas veces qué era lo que pensaban o cómo era su vida. Sí que es verdad que todos éramos iguales, pero a la vez muy distintos por dentro–. Hablamos de los colores en las flores como en las personas hablamos del físico, por lo que me da igual lo que digas, todos y todas somos hermosos a nuestra forma. Después es la hora de descubrir lo que hay en el interior de esa flor o persona, es decir, su historia.
Y por primera vez levanté la cabeza, mirándole a los ojos. Sentí como una punzada se clavaba en mi pecho y después de eso evité su mirada mirando de nuevo al frente.
Me reí irónicamente.
– Entonces yo soy más como una flor marchita a la que todos ignoran.
En ese momento, me cogió de la mano provocando que le mirara. Se me encogió el corazón de ver en sus ojos una mezcla de decepción y tristeza.
– No sé lo que harían los demás pero yo sería el primero en fijarme en esa flor. Lo que pensaría es lo mucho que querría cuidarla y protegerla para que, de nuevo, sea hermosa, y así, quizás puedas verla más hermosa que todas las otras porque la has querido y cuidado en su peor momento. Eso es lo que veo en ti. Tú eres esa flor para mí, y no puedo dejar que te marchites.
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Mi pequeña destrucción
De TodoPoco a poco, pequeños pedazos son capaces de unir un corazón roto. Para aquellos que aman la vida pero a veces se pelean con ella. Para aquellos que buscan su alma gemela. Para aquellos que buscan una vía de escape. Bienvenidos a mi mundo, bienve...