Dos.

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POV Hoseok.

Atrás en el último asiento, apartado de todos y mirando por la ventana mientras oía el repicar de mi lápiz contra el cuaderno, a la espera de que el timbre indicara que la clase ha acabado... Estaba yo.

Llevo un año estudiando en esta escuela y pese a todo... Nadie ha podido acostumbrarse a mí... Y bueno, sinceramente yo tampoco a ellos, ahora mismo nadie me presta atención porque todos están sumidos en sus propios mundos tratando de comprender en algo lo que habla el profesor o simplemente esperando pacientes para que la clase finalmente termine.

No quiero estar aquí.

No me gusta tener que salir de la seguridad de mi casa y enfrentarme cada día a personas que me miran y juzgan en silencio como si fueras una especie de bicho muy raro, tengo ese choque de sentimientos que me piden a gritos no estar solo en este lugar repleto de gente pero a la vez siento que debo estarlo, nadie debe acercarse a mí... Porque a fin de cuentas, salen heridos.

Odiaba mi vida, odiaba todo lo que permanecía en ella, como avanzaba y como me trataba y odiaba mis ojos también... Esos ojos que cuando pequeño amaba más que a mi propia vida pero que ahora odio con todo el corazón.

Odiaba aparentar ser alguien fuerte delante todo el mundo, con una fachada fuerte y despreocupada, alguien a quien no le interesa lo que se hable o se diga de él... Odiaba todo.

Un suspiro de cansancio tanto físico como mental abandonó mis labios cuando me vi muy envuelto en todo este sentimiento amargo, decidí que sería bueno seguir mirando por la ventana y despejarme un poco... El día se veía completamente despejado, el cielo estaba brillantemente azul y casi ninguna nube cubría el gran y cálido sol... Los pequeños pájaros se posaban con sigilo en alguna que otra rama de algún árbol y podía sentir como el ambiente tenía toda la intención de hacerte sentir bien... Pero yo hace mucho tiempo que dejé de sentirme bien.

El timbre, el ansiado timbre que daba un rápido aviso que la clase terminaba me sacó de mi concentración en el paisaje de afuera, miré como todo el mundo se removiá y empezaba a guardar sus cosas, no me gustaba salir junto con todos; o salía primero que todos o después de todos, así que esta vez, esperé que todos salieran para yo poder salir después. Ordené mis cosas en mi mochila y ajusté mi capucha para que cubriera mi cabeza y rostro... Saqué con cuidado mis audífonos y me los coloqué para poder escuchar música.

Escuchar música tan fuerte para no ser capaz de oír los murmullos de la gente...

Caminé dispuesto a volver a casa, recorrí el gran pasillo hasta salir, la gente, el tumulto de gente que veía que yo iba pasando se abría paso hacía mi, ellos tenían miedo de mi... No querían acercarse y era lo mejor que podían hacer, caminé a pasos apresurados hasta cruzar la salida y volver a casa.

Me sentía aliviado de poder salir de aquí, incluso cuando el solo hecho de volver a casa no era muy alentador... Era mejor que seguir bajo todos estos ojos acusadores.

Mis pasos eran lentos, casi disfrutando de una caminata por mi barrio. Vivía bastante lejos de la escuela y lo más sensato sería tomar el autobús para no demorar mucho más de lo debido pero esa no era una opción para mí, prefería caminar un gran trayecto y eso hacía siempre, era una hora de caminata en donde podía ver el cambio en las casas y en el entorno gradualmente.

Yo no vivía en un lugar de altos recursos con esas casas grandes y bonitas, tampoco vivía en lugares con parques o incluso lugares a donde ir a pasar el rato en familia. Vivía en un lugar humilde donde las casas son pequeñas y algunas muestran una fachada bastante desgastada... En su mayoría, el suelo aún no está pavimentado y es natural ver a los niños jugar con tierra y una pelota desgastada. Pero este era mi hogar y yo estaba bien con ello.

«Heterocromía || HopeV»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora