Treinta y siete.

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Sentados en el frío baño, sintiendo de alguna manera esos rastros de tristeza que nos perseguían como un vil asesino, nos encontrábamos con Hoseok hundidos en un espeso silencio.

Sabíamos que las cosas estaban mal para nosotros, sabíamos que estábamos metidos en una situación que no era favorable para ninguno de los dos, estaba seguro que ambos sabíamos que llegados a este punto, habíamos tocado fondo y no había vuelta atrás, aún así, incluso sin decir nada, eran nuestras propias acciones las que nos decían que ambos nos encontramos en un punto muerto del cual no sabíamos cómo salir.

Hacía frío, lo sentía en mi cuerpo pero también en mi corazón y sabía que Hoseok se sentía de la misma manera, porque, como a modo de supervivencia, nos acercamos el uno al otro y luchabamos por contrarrestar ese frío con la presencia del otro.

Quería disiparlo todo, quería olvidarlo todo, quería al menos una vez, sentir que fuera de este baño solo había tristeza y penumbra, quería que no subconsciente dibujara como un tatuaje que yo tenía una vía de escape, sea cual sean las consecuencias... Y ese era Hoseok.

Por eso, cuando el silencio nos abrazó y la tristeza nos acarició no pude hacer otra cosa que aferrarme a la persona a mi lado.

Me apoyé en su cuerpo cálido, me abracé con fuerza a su brazo y escondí mi rostro en ese espacio entre su cuello y hombro, como si eso no fuera suficiente, aspiré su rico aroma el cual atesoré cómo prueba que no estaba solo.

Hoseok por otro lado se aprovechó de la cercanía que estábamos formando y su mano viajó a mi cintura, apretó delicadamente ese lugar y me pegó incluso más a su cuerpo, sus labios besaban casi con niego no cabellos. No había palabras, pero me he dado cuenta que entre nosotros tampoco eran muy necesarias.

Sin palabras podíamos sentir incluso más.

Ya no habían rastros de Namjoon, ya no había rastro de peligro, incluso cuando éramos conscientes que el peligro no se acaba, nuestros lugar seguro era este, en compañía del otro.

Las clases habían comenzado hace un buen tiempo, una vez más y como ha ocurrido en estos últimos días, una vez más, me he saltado una clase, sea como sea, si esto hubiera ocurrió ha principio de semestre, tal vez me hubiera preocupado, hoy por hoy... Se sentía como una bocanada de oxigeno.

Me sentía libre. Seguro.

Hoseok deja un beso prolongado en mi cabeza, sus dedos moviéndose gentiles en mi cintura.

—No podemos quedarnos aquí para siempre...— Dice suavemente haciendo que mi cuerpo se estremezca— Tengo que irme, debes hacerlo también...

Mi abrazo fuerte se empieza a soltar de a poco, sus palabras me dejan débil.

—Este es mi lugar seguro...— Pronuncio mientras me alejo solo para mirarlo a los ojos, estos se notaban cansados, apagados, aún así, en ningún momento me evitó— Se que tienes que irte... Pero ¿No podemos solo esperar un poco más?

Hoseok me mira en silencio, su mano libre viaja a mi mentón el cual toca con delicadeza, sus ojos oscuros miran los míos con ese sentimiento hermoso que solo él podía transmitirme, incluso, si esas no eran las intenciones de este toque y esa mirada, no me pude contener, me acerque a él y me apoderé de sus labios tomandolos cómo míos... Fue un beso suave que hizo saltar mi corazón.

Hoseok tomó mi boca con gusto y me besó de la manera más dulce, su lengua rozaba con la mía, movimiento lentos pero largos, su boca era tibia y dulce, aún quedaban rastros mentolados, tal vez por la pasta dental.

En el frío baño, el sonido de nuestros besos parecía una canción de cuna.

Hasta que finalmente, él se separó dejándome vacío.

«Heterocromía || HopeV»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora