«Heterocromía || HopeV»

Veintisiete.

Sintiendo su cuerpo pegado al mío, su calor emanar sin piedad, su aroma mezclarse con la brisa y percibir el latido de su corazón, no pude hacer más que aferrarme a él como si mi vida dependiera de ello.

Las lagrimas empezaron a correr por mis ojos sin darme la oportunidad de detenerlas, estaba abrumado, lleno de esos sentimientos negativos que me carcomían día tras día, estaba triste, estaba destrozado y de alguna manera el dolor era tanto, que ya ni siquiera importaba si lo dejaba al descubierto o si aparentaba que nada estaba pasando, había llegado a un punto en ese limite de no retorno y lo único que me quedaba era aferrarme a algo que pudiera brindarme aunque sea la más mínima tranquilidad...

Y ese algo, era la persona frente a mí.

Cuando recibí su mensaje diciendo que él estaba aquí, justo afuera de mi casa, todo mi cuerpo tembló en descontrol, un nerviosismo palpable viajó por todo mi ser.

¿Él vino todo el camino hasta aquí por mí?

Fue lo primero que pensé cuando leí ese mensaje y no podía creerlo ¿A caso eso era posible? Me dije a mi mismo, que no, que no podía ser posible, pero como un ingenuo, hice mis pies caminar hacia la puerta porque, aunque me decía que esto tenia que ser una broma, que no era real, en el fondo, muy en el fondo, añoraba que así fuera, que él haya venido a mi porque me escucho llorar, porque me sintió en dolor... Porque estaba preocupado.

Y estaba seguro que eso no sería así, que cuando abriera la puerta solo habría oscuridad, frio y desolación, que no habría un Hoseok tembloroso, que no habría un Hoseok bañado en sudor mientras su pecho subía y bajaba con irregularidad... Que no habría con Hoseok mirándome con esos ojos oscuros y diciéndome sin palabras que estaba aliviado de verme.

Pero muy contrario a lo que yo pensaba, ese Hoseok si estaba aquí, si estaba de pie mirándome, si había venido y solo por mí...

Y cuando lo vi... Cuando lo vi no pude evitar lanzarme a sus brazos como si fueran el lugar el cual estuve esperando llegar por mucho tiempo, como si fueran mi antídoto, mi hogar.

Mis brazos por su solo tocaron su cintura y se deslizaron hasta juntarse detrás de su espalda, mi pecho se pegó al de él casi rogando para hacerse uno y mis ojos se cerraron temiendo de que, si seguían abiertos, todo esto terminaría siendo una ilusión, un espejismo... Estaba temblando, añorando ser correspondido.

Y cuando sus manos lentamente se agarraron de mis brazos pensé que él me alejaría, me empujaría lejos, al igual como aquel día en que cometí tal error, cerré mis ojos aun con más fuerza esperándolo, pero el empujón, el golpe... Nunca ocurrió, al contrario.

Sus manos se deslizaron sutiles por mis brazos hasta llegar a mis hombros, el tacto suave me hizo suspirar, entonos sus brazos me pegaron más a él y el esperado abrazo llegó.

Y cuando eso sucedió, cuando me vi envuelto en su cuerpo por completo hasta el punto en que creí, nadie podría dañarme ahora, dejé salir cada lagrima que aun quedaba en mi sistema y temblé en sus brazos, lloré en sus brazos y me reconforté... Solo en sus brazos.

—No llores...— Escuchó que dicen en un susurro tan suave cerca de mi oído, un susurro que podría asemejarse a un arrullo de bebé, aquello me hizo sentir adormilado de una manera u otra— Todo pasó, ya no hay necesidad de llorar... Ya no.

Sorbo mi nariz, pero aunque siento las palabras de Hoseok muy cerca de mis oído, aunque cosquillean en mi mente, aunque se que me esta consolando como él puede hacer, no puedo dejar de llorar, no puedo hacerle caso tan fácilmente y no es porque yo quiera, claro que no, cuando daría por poder decirle que sí, que no lloraría para que é se sintiera un poco menos preocupado, pero el peso dentro de mi pecho era más fuerte de lo que creí, así que termino ahogándome con mis propios sollozos mientras niego con la cabeza y trato de mediar palabra, pero no puedo, solo salen balbuceos sin sentido, que él no puede entender.