Veintiseis.

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Pov Hoseok.

Concentrado en las hojas que reposaban sobre la cama, con mi lápiz transcribiendo cada una de las palabras y letras, el bostezo que salió de mi boca fue ciertamente inevitable.

Mire la hora en el reloj de mi muñeca mientras que con mi mano libre cubría mi boca, había estado aquí ya un par de horas, solo transcribiendo y transcribiendo sin parar, las hojas al lado de mi cuaderno, incluso cuando había terminado muchas planas completas, parecían nunca acabar, mis ojos adormilados pueden asegurar que incluso, estas parecían aumentar más que disminuir.

El reloj marcaba pasada la media noche, una mueca de preocupación cruzó mi rostro cuando me di cuenta que todo el trabajo que tenía acumulado, no alcanzaría a ser completado a estas alturas.

Limpié mis ojos, los cuales habían botado una que otra lagrimas debido al bostezo, abandoné el lápiz que tenia en mis manos y pasé ambas de mis manos sobre mi rostro, tratando inútilmente con esto quitar un poco de mi pereza y también cansancio... Mañana tenía que rendir un examen después del trabajo y no había alcanzado a estudiar correctamente, supongo que en este caso tendré que darle prioridad.

Considerando todo, hoy sería otra noche sin dormir.

Soltando un suspiro miro a mi lado, me doy cuenta que mi abuela estaba dormida, su pecho subía y bajaba con regularidad, la posición en la que estaba era cómoda, ya que antes de ponerme a estudiar la había acomodado con suficientes almohadas para que tuviera un sueño cómodo, la miro con detenimiento, no puedo evitar fijarme en su rostro, los años cayeron encima de ella sin piedad, las canas cubrían todo lo que fue antes su hermoso cabello castaño, su piel además ahora era de un pálido muy preocupante y sus labios carecían de color, sin hablar de su peso, el cual iba perdiendo cada día un poco más.

Pero ella, aun así, seguía fuerte y trataba de mostrarse fuerte ante mí.

No pude evitar sentir lo mismo que sentía cada día al observarla, el miedo, la preocupación, la tristeza... Siempre, esas tres emociones vivían conmigo como si fueran ya parte de mí. Y me era imposible detenerlas ahora porque la verdad, cada día al despertar siento el miedo de abrir mis ojos y no encontrarla, siento la preocupación de que un día colapse y simplemente una desgracia ocurra, siento la tristeza de no poder hacer mucho más para ayudarla, cuando ella me ayudó más que cualquier otra persona en este mundo.

Mi corazón no podía aguantar todo esto, simplemente... No podría lidiar con otra persona abandonándome.

Dándome cuenta que una vez más me había dejado llevar por mis abruptos pensamientos, cierro los ojos y me obligo a llevarlos lejos, vuelvo a pasar mis manos por mi rostro en un intento vano de calmarme, pero no lo consigo, aún así, me levanto con cuidado, tratando de no moverme demasiado para no despertarla y rodeo la cama, me acerco lo más sigilosamente a mi abuela, con aun mas cuidado que antes la arropo para que no tenga frio, cuando lo consigo arreglo sus almodones y finalmente dejo un beso de buenas noches en su frente.

—Buenas noches, abuela...— Susurro calmadamente— Duerme bien.

Y con eso, tomo mis cuadernos y todas las hojas que aun necesitaba transcribir y salgo de la habitación en completo silencio, pienso que lo mejor sería ir a la cocina a estudiar desde que ahí está la mesa, de otra forma tendría que ir a estudiar a mi habitación, pero bien sabia yo que en mi habitación terminaría por caer dormido. Sintiendo el frio que hacía a estas horas de la madrugada, caminé hasta la mesa de la cocina, en donde limpié y organicé todo para poder estudiar.

Aproveché también el tiempo que me quedaba para guardar el almuerzo que llevaría mañana al trabajo, dejar listo mi uniforme y todo lo que tendría que llevar mañana, esto lo hacía cada noche para no perder tiempo en la mañana, desde que mi turno empezaba a las seis de la mañana.

«Heterocromía || HopeV»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora