Treinta y ocho 🕗

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En una esquina de una pequeña habitación, sentado jugando con pequeñas cajas de cartón, un niño de cabellos castaños y ojos tan negros como una oscura noche de invierno, trataba con todo su corazón de esconder su tristeza.

Aquellas cajas usadas y deterioradas que encontró por ahí mientras vagaba por la casa, eran todo lo que él tenía para sentirse un poco mejor. Aquel joven que no tenía más de cinco años, imaginaba que esa pequeña caja era un gran automóvil, rápido y brillante, mientras su otra mano tomaba otra de las cajas, una más deteriorada y fea ante sus ojos, que en su mente se convertiría en un auto feo y lento.

El pequeño Hoseok imagino que estaban en una carrera de autos, en donde el ganador iba a tener el premio de poder pedir un deseo, el joven se acomodó con aquellas dos cajas en sus manos y con una voz temblorosa susurró.

-En sus marcas... Listos...- El niño prestó atención, en esta carrera, el auto rápido y brillante era él, el auto feo y lento, era su contrincante- ¡Fuera!

Y así, con entusiasmo hizo correr sus cajas, como era de esperar, el niño llevó mas adelante en esta carrera la caja que lo representaba a él, haciendo que en un segundo, este tomara la delantera.

Era un juego de niños, pero él estaba muy concentrado en hacer que su auto ganara la carrera y como era de esperar, así sucedió.

Al finalizar la carrera, el auto rápido y brillante que lo representaba a él, ganó la carrera.

-¡Y el ganador es... Hoseok!- Dijo el pequeño levantando la caja y celebrando sin muchos ánimos- ¡Muy bien, Hoseok, como ganador, haz recibido un deseo! ¿Que vas a pedir?- Preguntó el niño imitando la voz de un tercero, Hoseok se quedó en silencio un momento como si pensara, entonces, decidió hablar- Deseo...- El joven niño dejó a un lado las dos cajas con las cuales había estado jugando y miró el suelo bajo su cuerpo, su corazón empezó a latir con frenesí, la tristeza que había estado acumulando, ahora mismo parecía desbordarse de su pecho, aún así, respiró profundamente y dijo- Deseo que mamá vuelva.

Ante estás palabras, toda la habitación se envolvió en un espeso silencio, Hoseok miró el suelo una vez más, seguido a eso, miró la ventana en su pequeña habitación y acto seguido, tomó las cajas en sus manos y la arrojó lejos.

Él había estado jugando este juego cada día desde que tenía memoria, él había ganado la carrera de autos desde que tenía memoria y él había pedido el mismo deseo desde que tenía memoria.

Aún así... Aquel deseo nunca se cumplía.

Y a decir verdad, en un principio a él no le importaba tanto, tal vez, porque él no entendía muy bien lo que estaba pidiendo, si lo ponemos en palabras honestas, ese primer y único deseo nació en el momento en que él se empezó a preguntar por qué no tenía una mamá como la gente normal, él en realidad, inocentemente pensó que sería bueno tener una, aún cuando a corta edad él no entendía particularmente bien su caso, Hoseok entendía que él alguna vez tuvo una mamá, pero ahora no la tienes, así que simplemente, él deseaba tener a su mamá.

Y así fue, inocentemente y sin mucho transfondo, él pedía ese deseo en contraste con su curiosidad, pero cuando los años fueron pasando y el creció un poco más, se dió cuenta que el no tener una mamá iba más allá de todo lo que él ignoraba.

En la inocencia de la mente de un niño, él sabía que no tenía una y sentía la curiosidad de tenerla, el sentimiento de ausencia de su figura materna para cuando él tenía tres años, no significaba gran cosa, porque él no lo entendía, pero para un presente, en el cual, él ya tenía cinco años, él logró entenderla a base de sufrimiento y dolor.

El niño de ojos negros tenía un padre que no veía mucho, él sabía que su padre lo amaba y quería mucho, él sabía que aunque era de día y no veía un pelo de su cabeza, todas las noches él se dormía en casa de su abuela y despertaba en su cama, todas las noches él dejaba un beso de buenas noches en su frente.

«Heterocromía || HopeV»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora