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-Vale, pasa.- le tendió paso al  pelinegro, anonadado por la cantidad de espacio de sólo la sala de estar. Era una casa realmente grande.

Una mujer mayor y gordeta los saludó, llevaba un plumero y varios utensilios de limpieza.

-¡Joven Samuel!- lo abrazó. -¿Cómo te ha ido en el colegio?- preguntó en forma maternal.

-Muy bien Ana ¿A tí como te ha  ido hoy?.- sonrió amablemente, Guillermo pensó que era muy lindo.

-Muy bien, gracias a Dios.- se acomodó las gafas y visualizó a Guillermo, quien se frotó las manos nervioso.- ¿Y quién es este jovencito tan guapo?- lo aduló.

-Él es Guillermo.- lo abrazó por la cintura. -Es muy mono ¿A qué sí?- le provocó un sonrojo y una risa.

-¿Él es tu novio hijo?- los miró enternecida, como si fuera la escena más bonita del mundo.

Samuel y Guillermo se miraron y se pusieron rojos a más no poder, Guillermo dió una pequeña risa nerviosa, ahora ambos frotaban las manos incómodos, un pequeño tic que ambos compartían.

Al ver que ninguno respondía, la señora sonrió, los vió tan nerviosos que no hacían falta palabras para describir nada.

-Tranquilos, cuando estéis listos lo sabréis.- les dijo, haciéndoles mirarse de nuevo entre sí, con una sonrisa.-Os voy a hacer un bocadillo especial, ahora os lo llevo.- fué sin más, dándoles una mirada dulce.

Luego de algunos segundos de silencio, en donde ambos estaban sumergidos en sus pensamientos, Samuel se dignó a hablar y romper la tensión.

-Bueno, eso ha sido incómodo.- ambos explotaron en risas, al recuperarse Samuel volvió a hablar.-¿Subimos a mi habitación? Prometo que no habrá más sorpresitas incómodas.- sonrió.

-Vale.- se acomodó el pelo, Samuel le tendió la mano, Guille la tomó sonrojado, se encaminaron a las escaleras.

La casa definitivamente tenía aires de dinero, y era de esperarse, Samuel tenía un coche que también reflejaba su posición social y a la vez, reflejaba su gusto por el color morado en la pintura del coche, un BMW precioso. Varias fotos y pinturas familiares en las paredes del pasillo de arriba, le daban un ambiente familiar, aunque Guillermo se extrañaba de que había una pintura enorme con un hombre igual a Samuel, pero más serio, con una mujer que poseía unos preciosos ojos cafés, iguales a los de Samuel, en sus brazos un niño, posiblemente su hijo.

-¿Son tus padres?- preguntó curioso.

-Sí...- suspiró.-Aunque no te sorprendas si no los ves hoy Chiqui, casi nunca están en casa por el trabajo.- se encogió de hombros.

Guillermo se acercó al cuadro para verlo mejor, el hombre parecía realmente serio y aterrador por decirlo así, era bastante igual a Samuel pero poseía una mirada fría y penetrante, cualquiera le tendría respeto y Samuel no parecía ser la excepción.

-¿Willy?- lo llamó, Guillermo se alejó sonrojado del cuadro, Samuel rió por verlo apenado. -¿Vienes?- le preguntó, el menor asintió, siguiéndole por lo que restaba del pasillo.

Llegaron a la dichosa habitación de Samuel, al abrir la puerta, una sonrisa se posó en el rostro de Guillermo, predominaba el color morado, tenía figuritas de Dragon Ball en algunas estanterías, su armario era amplio, todo muy ordenado y con un fresco aroma al perfume del chico, una fantasía para Guillermo y su cama... Se veía tan cómoda y perfecta... ¡Era el maldito paraíso con el aire sabor a Samuel!

-¡Tu habitación es enorme!- dijo boquiabierto.

-Ya, pero es por la cama más que nada.- lo miró divertido, preguntándose si podría concentrarse con Guillermo en su cuarto, solos, encerrados... Madre mía, empezaba a hacer calor, necesitaba cambiarse de camisa o moriría asfixiado.

-Vale ¿Te parece si empezamos con...?- nuevamente Samuel lo dejaba mudo, lo miró sin camisa, eligiendo una del vestidor, una básica, unos marcados abdominales le hacían salivar de las ganas, su sonrojo no tardó en aparecerse en cuanto el mayor lo miró.

-Contabilidad está bien.- completó su frase, sentándose en la cama, con una sonrisa burlona, Willy no podría estar más rojo. -¿Tienes calor Guille?- lo miró divertido.

-S-sólo es la ropa, me da calor la camisa.- desajustó su cuello, sintiendo como le faltaba el aire.

-Po' quítatela, yo te presto una.- se levantó de la cama, encaminado a buscarle una ropa más ligera, tenía una idea tentadora que llevar a cabo.

-No hace falta de verdad.- tragó en seco.

-Willy por Dios, sólo es una camisa, prometo no comerte.- se mordió el labio, intensificando el sonrojo del menor.

El niño no muy convencido se quitó la camisa, tenía un cuerpo bonito, ni relleno, ni delgado, o bueno, sí que más delgado que Samuel, unos muy finos surcos de lo que parecían ser unos abdominales en ascenso le dieron un pensamiento sucio a Samuel, varios lunares lo hacían perder la cabeza por unos segundos.

-Ten.- le dió la prenda, se la puso rápidamente, era gracioso porque en los hombros le quedaba no tan mal pero de larga varios centímetros que lo hacían ver como la cosa más mona en el mundo. Se sentó dándole la espalda a la cama en una silla, Samuel cogió otra silla de su escritorio y se colocó frente a él.

-Primero Contabilidad.- sonrió nervioso el pelinegro mientras buscaba en su pequeño libro de apuntes.-Que si no no vas a entender nada después ¿vale?

Samuel asintió, mirándolo embobado rebuscar entre tantos apuntes, ni siquiera podía escuchar lo que decía, sólo lo miraba, era tan perfecto...

 Samuel asintió, mirándolo embobado rebuscar entre tantos apuntes, ni siquiera podía escuchar lo que decía, sólo lo miraba, era tan perfecto

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Aunque la vida fuera demasiado corta para esperar, él no podía dejar de esperar a que ese momento a solas con Guillermo nunca acabase...

life is too short to wait; wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora