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¡Bam!

Un relámpago tocó la superficie de la tierra iluminando toda la pequeña casita de madera tan vieja donde se encontraban. A Guillermo se le erizó la piel, odiaba los días de tormenta, le daban pánico aquellos rayos de luz.

-¿No te gusta el olor de la tierra mojada?- le preguntó Samuel.-Es demasiado relajante, me ayuda a pensar.- lo miró, mientras tenía las rodillas en el pecho y sus brazos estirados hacia al frente sobre estas, moviéndolas de lado a lado.

-No soy muy fan la verdad.- fué sincero. -Me dan miedo las tormentas...- confesó en un susurro.

Otro oportuno rayo encendió el cielo, cielo que parecía haberse roto en un diluvio, goteras se escurrían ente el techo, dándole un olor peculiar a la madera y obviamente, un respingo del susto, sobresaltó a Guillermo, quién se escondió entre sus piernas, con las manos en las orejas, esperando el vorás trueno que hacía temblar las tablillas de la casita.

Samuel sonrió, mirar a Guillermo era un espectáculo, un adorable espectáculo, sin dudarlo, se movió, un poco más a su derecha y lo abrazó de una forma tranquilizadora.

-No tengas miedo Chiqui.- Chiqui... le encantaba ese apodo. -Anda, estoy contigo.- Guille pudo sentir las mariposas de nuevo y Samuel, ganas de protegerlo así para siempre.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- dijo tras largos segundos de silencio.

-Claro.- se mostró sincero.

-¿Silvia te decepcionó así?- el arrepentimiento estaba con Samuel, encontrar a quien creía como "su chica" con un simple jugador de fútbol en un baño, haciendo cosas no muy bonitas.

-Sí...- susurró.- Sí y no, me decepcionó mi estupidez, alguien me lo dijo.- suspiró.- E hice caso omiso.- se encogió de hombros.

-¿Quien te lo dijo?- preguntó sabiendo a medias la respuesta.

-Alguien a quien no me perdonaré nunca haberle decepcionado.- dijo desanimado.- ¿Tú porqué estás así?- le sonrió con tristeza y empatía.

Guillermo dudó unos segundos en si contarle o no... La vida era corta y con el tiempo le estaba jugando mal...

- Un chico me rompió el corazón...- una lágrima amenazaba por salir.

La cabeza de Samuel daba vueltas, ataba cabos y había muchísimos sueltos a decir verdad, llegando a una conclusión, Guillermo podría ser Willy... Era lo más creíble... También se preguntaba ¿Quien podría tratar mal a tan bonito pelinegro?

-Pues es un imbécil.- Guillermo dió una baja risa.-No, en serio.- se siguió hundiendo.

-No, yo lo soy, debe haber algo mal conmigo.- le sonrió tristemente.

-Guille, eres perfecto, te lo digo muy en serio, cualquier persona que no lo note es jodidamente ciego.- lo miró fijamente, una pequeña sonrisa se le escapó mientras se sonrojaba por la sarta de cursilerías que acababa de decirle.

¿Qué mierda le pasaba cuando estaba con Guillermo? ¡Es el mismo efecto de las notas de Willy! Cada vez se convencía más.

- Eres muy dulce, pero él no piensa lo mismo.- una lágrima bajó por su mejilla, esa punzada en el pecho de Samuel, como si su corazón se sintiera culpable.

Un rayo los sorprendió a ambos, Guillermo se aferró al brazo de Samuel, escondiéndose en su pecho, Samuel se abrazó impulsivo por el susto, fué un trueno tan feroz, que un pequeño temblor se presentó en su lugar tranquilo. Los latidos de Guille eran un retumbo constante, Samuel podía sentirlo, lo abrazó más fuerte, dándole seguridad.

-Ya está... Ya está Guille...- faltó un poco más de unas letras para que pronunciara "Willy" y no "Guille"

Mientras que como una tortuga, el petizo Guillermo se escondía en su caparazón hogar, en este caso, los fuertes brazos de Samuel, sin intención de salir de ahí no sólo por el miedo, también porque sabía que sería una de las pocas veces que podría abrazarlo así.

La vida parecía realmente corta en esos instantes, porque ambos querían seguir esperando a que ese momento de tormenta nunca acabase...

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life is too short to wait; wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora