–Samuel.– le llamó la atención Guillermo, haciéndolo sonrojar. –Los resultados cambian cuando es negativo.– le mostró la libreta con los ejercicios.
Samuel creía que se estaba enamorando seriamente de Guillermo, de su sonrisa, su forma de complementarse perfectamente con él, de su forma de ver el mundo, su timidez.
Y mierda tenía miedo, sí que tenía miedo de caer en el amor tan rápido pero es que desde antes de encontrarlo en los casilleros se había fijado en él, sí, así por más raro y descabellado que suene, se había fijado en el chico del último asiento de la clase, el solitario, callado, el niño bonito, porque Guillermo era bonito.
Fué por un arranque de valor que decidió hablarle en ese casillero y fué por una tonta pregunta, pero a él le pareció la mejor decisión de su vida.
–Joder no te entiendo.–se frustró mirando los ejercicios, cambiándose de lugar a su lado para ver mejor. –¿Porqué mierda cambia al revés?– maldijo.
–Mira tonto.– Samuel lo interrumpió.
–Jo', muchas gracias Willy.– lo miró mal. Guillermo sonrió.
–Mira tontito.– se corrigió con más paciencia.–¿Mejor?– le dió un beso aventurado en la mejilla.
–Mejor.– dijo algo aturdido Samuel.
–Cambia porque cuando es negativo el resultado, se le da la vuelta a la fracción, así se anula el menos.–le explicó. Samuel asintió.
–Ahhh...– exclamó.–No entendí.– lo miró. Guillermo se palmeó la frente.
En realidad Samuel entendía a la perfección, que Guillermo estuviera ahí fué fruto de su excusa. Y que ahora le estuviera mintiendo diciendo que no entendía era para verlo enojar, Samuel sonrió y le dió un abrazo, calmando su desesperación por tener que explicarle por tercera vez la operación de matemáticas.
Sus miradas se cruzaron unos segundos, lentamente se acercaron y sin más drama se fundieron en un beso, Guillermo enredó sus dedos en el cabello de Samuel, este empujó la silla con sus ruedas hasta la cama, cuando chocó con los pies de esta, tiró gentilmente de las manos del pelinegro, poniéndolo suavemente en la cama, debajo de él, sin romper ese apasionado beso, ambas bocas se veían invadidas por la lengua del otro Samuel estaba sobre Guillermo en una cama, acariciando su cintura, repasando unos finos surcos en sus caderas, ambos con la piel erizada.
Guillermo bajó sus manos al borde de la camisa de Samuel, las indujo hacia adentro, palpando sus firmes abdominales, haciendo que Samuel diera un suspiro por el tacto congelado de sus palmas, porque afuera hacia frío ¡Vaya que lo hacía! aunque ellos estaban en su propio infierno personal, bajando sus besos a la clavícula del menor, Samuel pintaba un camino húmedo en el cuello de Willy, quien ya se había aferrado a los hombros del mayor por debajo de la tela, varios suspiros salieron de los rosados labios del pelinegro, haciendo que Samuel se sintiera más que motivado a seguir.
Sin pensarlo dos veces, tomó el borde de la camisa de Guille, quitándosela y apreciando el paisaje de varios lunares en su piel tan blanquecina, aquellas apenas visibles entradas en un torso delgado, como si fuera un lobo se abalanzó sobre él, lamiendo, besando y hasta mordiendo en algunos lados a su gusto, Willy sólo podía suspirar y removerse incómodo y a la vez muy a gusto, estaba explotando todas sus jodidas fantasías, sintiendo el férreo agarre a sus caderas y la simulación de embestidas, ¡Esta mierda era el maldito paraíso! ¡Joder que sí lo era!
Samuel iba a consumir a Guillermo como una droga, en realidad como la droga que era, tragarlo, degustarlo, sentir como quema en su garganta ¡Iba a hacerlo! ¡Mierda por fin iba a hacerlo!
–¡Joven Samuel!– ¿O no?
–¡Maldición!– susurró Samuel cerrando los ojos fuertemente, no sabía si reír o llorar ¡Le habían cortado el rollo en el mejor momento!
Haciendo reír a Guillermo por su reacción, se levantó, caminando hasta la puerta con Guillermo a sus espaldas, poniéndose la camisa de nuevo. Maldiciendo también en su interior pero haciéndole gracia lo desesperado que estaba Samuel por esto, así estaba él.
–Les traje lo siguiente.– dijo la anciana mujer con una dulce sonrisa, si no fuera tan buena persona, seguramente ya Samuel le habría reclamado. Adentró un carrito con golosinas y postres que le gustaba preparar para las visitas del joven, también tenía chocolate caliente para el frío.
Samuel sonrió, no necesitarían calentarse después de eso.
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life is too short to wait; wigetta.
FanfictionSamuel de Luque, estoy enamorado de tí. ¿La razón para que lo sepas? He decidido que la vida es demasiado corta para esperar...