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No me sorprendió que a J' no lo expulsaran después de todo lo que había pasado, pues al instituto realmente le importaba eso de ayudar a los estudiantes y no dejar que se perdieran a manos de la ociosidad y la calle.

El tiempo pasó, las heridas curaron y poco a poco todo empezaba a quedar en el olvido a pesar de que este dejara una que otra secuela. La mayor de ellas provocó que por vez primera yo sintiera celos por Yellow.

Los celos eran algo más típico de Yellow que de mi, ella, basándose en el pasado tenía razones de sobra para desconfiar cuando creía que Pink, White o Purple se estaban pasando de la raya conmigo. Aunque debo decir que los celos de Yellow disminuyeron en gran medida después del incidente del "beso" con Pink.

Era un día normal de clase, Yellow y yo la pasábamos bien hasta que al final del segundo tiempo se alejó de mí para hablar con uno de sus antiguos compañeros de clase, no me habría molestado de no ser porque él no solo era amigo de Yellow sino también lo era de J'. Los dos hablaron un rato y luego se dieron un abrazo. Yellow se veía feliz después de recibir ese abrazo. De qué habrían hablado y por qué ella estaba tan feliz, no podría saberlo en ese momento, solo tenía noción de mi enojo por haber visto esa escena.

Me engullí el enojo, decidí callar y no discutir con Yellow. Sin embargo, con cada minuto que pasaba mi incertidumbre crecía y no podía dejar de pensar en el motivo de la «felicidad» de Yellow. Sentirse así es una porquería, te quita la paz y te hace dudar hasta de ti mismo. Cuando terminaron las clases, acompañe a Yellow hasta su casa, estaba tan cabreado que no hable con ella durante el camino y al llegar a su hogar, solo deseaba largarme al mío, estar solo y dejar todo en el olvido.

—Adiós. —Me despedí besándola en la mejilla.

—¿No quieres pasar la tarde conmigo? —Inquirió confusa.

—Ha sido un largo día Yellow, quiero irme a casa y nada más.

—Amor, ¿Qué te pasa? En todo el camino has estado raro. —Por más que intenté disimular mi enfado, ella había logrado percibir que nada estaba bien.

—No es nada. Deja las cosas así. —Expresé de manera fría

—¿Cómo que no es nada? Tú no eres así. ¿Acaso hice algo que te molestó?

«Sí, abrazar a uno de los tantos cabrones amigos de J'» pensé. Antes de negar con la cabeza.

—Al, sé que algo te pasa. Amor, ven. —Señaló la puerta de su casa indicando que entrara. —Vamos a mi habitación y hablemos con calma. —Entramos en su habitación, nos sentamos al borde de su cama en silencio. —Ahora si me puedes decir ¿Qué te pasa?

No deseaba hablar, en verdad, me negaba a aceptar el hecho de que por primera vez desconfiaba de ella.

—¿Por qué estabas tan feliz cuando terminó el segundo recreo? —Pregunté abriendo La Caja De Pandora que tanto evité.

—Hable con un viejo amigo. Eso me hizo feliz.

—Amigo que también lo es de J' y no solo hablaron, también se abrazaron. —Renegué con desdén.

—¿Estás celoso? —Señaló en tono burlón.

—Yellow no estoy de bromas.

—¿Por qué te molestas conmigo? Fue solo un abrazó. —Alegó.

—Un abrazo acompañado de váyase a saber que palabras. —Repliqué más molesto.

—¿Estás desconfiando de mi? Esto si que no lo puedo creer. —Expresó molesta.

—¡¿Acaso te sorprende?! ¿Qué creías, que tú eras la única con derecho a dudar del otro? Te la pasas desconfiando de mi y ahora haces lo que haces, te ufanas de ello y yo sigo siendo el malo.

—¡Tú me has dado motivos para desconfiar! —Argumentó en gritos.

—Y yo te he dado mil motivos más para demostrarte que no tienes porqué desconfiar de mi. En cambio tú... —Callé de inmediato.

—¡¿Yo qué?! —Demandó por una respuesta.

—Nada. Esto es absurdo.

—No lo es. ¡Admite que desconfías de mí sin tener siquiera verdaderas razones para hacerlo! Eres tan increíblemente arrogante que crees que todo funciona según tus pensamientos, que la única verdad que existe es la tuya. —Refutó Yellow. —Y para tu información, estaba feliz porque me había pedido disculpas por todo lo sucedido en mi cumpleaños, por no haber evitado que J' lo arruinara. —Concluyó agitada.

Nos quedamos en silencio un rato. Cada palabra que se había dicho era veneno.

—No puedo creer que desconfiaras de mi. —Dijo Yellow con la voz quebrada y rompiendo en llanto.

"Bien hecho, no solo desconfiaste de ella sino también la hiciste llorar por ser el arrogante de siempre" reflexioné mientras la veía llorar. Solo se me ocurrió abrazarla.

—No lo puedo creer. —Sollozó en mi pecho.

—Lo siento. Me dejé llevar por lo que vi. —Admití finalmente. —Sé que no es excusa pero, te amo de verdad y nunca había sentido una sensación tan horrible como la que me provocó al verte con él.

—Ahora sabes como me siento cada día cada vez que una chica se te acerca.

—No todas quieren estar conmigo. Y de ser así, Yellow, amor mío, te lo he dicho un sin fin de veces: Soy de ti y de nadie más. —Repuse con la voz tranquila.

—Y yo soy tuya y de nadie más grandísimo tonto. —Susurró ella apartándose de mi y evadiendo la mirada. —No me mires, estoy fe...

Interrumpí su típica frase de "estoy fea" tomándola de la cintura y besándola hasta tumbarnos sobre su cama. No nos detuvimos. La discusión había terminado pero nuestros corazones no tuvieron ni un segundo de calma pues la pasión desenfrenada con la que nos besábamos, hacía que nuestros corazones se aceleraron aún más.

La temperatura empezó a subir, la lujuria había mandado de vacaciones a la razón. Nos quitamos el Jersey mutuamente pero Yellow fue a por más arrebatándome la camisa. Ella se aferraba a mí, clavando sus uñas en mi desnuda espalda. Rodamos sobre nuestros cuerpos, ahora ella estaba encima de mi.

Por un instante separamos nuestras bocas. Acostado debajo de ella mientras sus piernas flexionadas aprisionaban las mías la miré a los ojos, sus pupilas estaban embriagadas de pasión. Nuestras respiraciones agitadas era lo único que escuchábamos, un rumor del aire que se escapa llevándose consigo la poca razón que nos quedaba.

Yellow poco a poco desabotono su blusa. Podía ver sus senos acentuados por el corpiño rosa que llevaba ese día. El temor de la inevitable realidad de que había llegado el momento de hacer el amor, me hizo dudar de si era correcto tocarla o no.

—Quiero que me conozcas. —Susurró ella.

Lentamente deslicé mis manos por su espalda, desabroché su corpiño, y retiré los tirantes de los hombros de Yellow. Tenía el pecho desnudo. La besé de nuevo en la boca descendíendo por el cuello hasta llegar a sus senos provocando que ella se estremeciera.

El aire ahora era una mezcla de pasión, lujuria y lasciva inconmensurable. Nuestras bocas se devoraban, los labios se atropellaban y lenguas se enredaban. La ropa que nos quedaba empezó a estorbar. Todo era un mar de movimientos que oscilaban entre el placer y la torpeza de no saber a ciencia cierta lo que hacíamos.

Ya no hubo pausas de ningún tipo, Yellow y yo estábamos hablando el idioma más antiguo del mundo. Tuvimos problemas con los condones, el primero para ser exacto, no se trataba de física cuántica y aún así, el primero no supimos cómo utilizarlo.

Al protegernos, empezamos a hacer el amor de manera lenta y paciente. El himen se había roto, el rostro de ella mostraba dolor, quise detenerme pero Yellow se aferró a mí envolviendo sus piernas alrededor de mi cintura.

—Eres el hombre que amo. —Susurró ella. —No te detengas.

Poco a poco mis movimientos eran más intensos y profundos. Los ojos de Yellow se entrecerraban constantemente, sus pupilas desorbitadas se perdían en el infinito, su cuerpo y el mío se hicieron uno en el estruendo del orgasmo.

Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora