Finalmente nos hartamos pero no teníamos el valor de decirlo, yo trataba de convencerme que seguía amando a Yellow, que todo podía tener solución sin embargo; ella ya no era mi primer pensamiento en la mañana, ese lugar sin que yo lo esperara lo usurpó White.
Entre más me alejara de White, más crecía lo que sentía por ella. «Es solo un capricho» Era la mentira más recurrente que me decía a mi mismo para no pensar en ella, para enterrar lo que fuese que sintiese por White; pero era inútil, ella era como un rayo que infortunadamente había caído sobre mi.
Mientras yo mantenía distancia con White, Yellow no se quedó atrás, cada vez la sentía más distante a mí. ¿La razón? Solo podía deducir que ella ya no sentía lo mismo que en el pasado, ya no le inspiraba algún tipo de amor, había otra persona «Nunca puedo molestarme con él» era lo que ella siempre me decía sobre él. Me sentía fatal sin embargo nunca rechisté ni exigí ningún tipo de confesión de parte de ella, así como me convencía de que White para mi no era más que un capricho, había hecho lo mismo haciéndome creer que todo era una simple conjetura sin fundamento.
Era un día soleado de octubre, a un mes de nuestro primer aniversario cuando Yellow finalmente no pudo guardar aquello que le hacía un nudo en la garganta.
Esa tarde camino a casa decidí no hablar mucho, Yellow supuso que yo estaba enfadado por algo, lo cual no era cierto, solo quería disfrutar de una caminata silenciosa hacia mi casa. Nunca esperé que eso fuese el detonante de la sinceridad de Yellow.
—Quizás deberíamos darnos un tiempo. —Espetó ella de manera repentina al momento de estar solos en mi habitación.
—¿Por qué dices eso tan de repente? —Alegué confundido. —¿Esto de darnos un tiempo no hacía parte del pasado?
—Últimamente estás más distante. —Yellow tomó aire. —Hoy más que nunca estás más callado y lejos de mi. —Expresó con desaliento.
—Solo quería disfrutar del silencio, nada más. —Repliqué, —¿Quieres que nos demos un tiempo? —Ella guardó silencio. —Creí que estaríamos dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo con el que nos toparamos por el camino.
Yellow asintió, sin embargo su rostro entristecido y desanimado le delataba.
—¿Qué sucede entonces? —Inquirí inquieto por la saber la verdad.
—Sé que te amo pero...—Yellow calló de inmediato, como si hubiera caído en la cuenta de que aquello que diría no era nada bueno.
—Después de cada «Te amo» no había ningún «Pero» entre los dos. —Musité. —Si aún te queda algo de ese «Amor sin peros» necesito que seas sincera conmigo.
—No sé si decirlo.
—¿A Qué le temes?
—A que sé que te pierda de manera definitiva.
—¿Me has... —Traté de preguntar pero la garganta se me cerró.
—No te he engañado. —Reparó ella. —Pero siento que lo estoy haciendo. —La voz de Yellow poco a poco se empezó a quebrar. —-Te amo Al, nunca olvides que te amo y te he amado desde el día en que me gritaste a los cuatro vientos que tú me amabas.
Todo era un sin fin de incoherencias, ella no me había engañado pero sentía que lo estaba haciendo y que a pesar de ello seguía amándome, nada tenía sentido alguno.
—Solo dí lo que tienes que decir.
—Pero...
—¡Pero nada! —Bramé demandante. —No lo empeores más, solo dilo de una buena vez. —Insistí.
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Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?
Teen Fiction¿Qué tienen que ver un par de Chucks color negro con mi primer amor? Año 2009, tenía catorce años de edad y odiaba usar los zapatos formales del uniforme estudiantil, así que en un acto de rebeldía ante las directivas del colegio en que estudié, de...