21 de Noviembre de 2010, nuestro aniversario.
Es curioso tener un aniversario y no tener ganas de celebrarlo. El estar juntos ese día no fue más que una simple formalidad, un protocolo social.
No hubo regalos, ni cenas románticas, nada. Los dos nos encontrábamos solos en mi habitación, no hablábamos. solo estábamos allí esperando a que los besos reemplazaran el silencio hasta perdernos en el cuerpo del otro haciéndonos el amor.
Los besos empezaron a surgir, la ropa a estorbar, Yellow tenía su torso desnudo y se aferraba a mis caderas con sus piernas. Yo aún conservaba mis jeans. La besaba con intensidad pero con cada beso y caricia, con cada roce de nuestros cuerpos me empezaba a saber mal todo lo que estábamos empezando a hacer, lo que antes era un acto de amor ahora era un acto hedonista y egoísta.
—Esto... Esto está mal —Suscité recuperando el aliento.
—¡Shh! Calla y no te detengas. —Demandó Yellow excitada.
—No. No puedo.
—Déjate llevar. —Insistió besándome.
Continuamos besándonos pero la idea de que aquello que hacíamos no era amor terminó por agobiarme.
—¡Basta! —Grité apartandome de ella. Yellow se quedó sola en la cama mientras yo buscaba mi camisa en el suelo, tome mi prenda y le dí a Yellow su ropa. —¡Vístete!
Yellow negó con la cabeza y me rodeó con sus brazos impidiendo que me vistiera.
—El amor está bien. Tú y yo nos besamos. —Susurró besándome en las comisuras de los labios. —Hagamos el amor, hazme el amor y deja que yo te lo haga. —Yellow empezó a quitarme el cinturón.
—Detente por favor. —Le supliqué. —No hizo caso. —Yellow, tú sabes que esto está mal. —Insistí.
—Solo quiero sentirme amada. —Alegó con tristeza.
—El amor es más que esto.
—Lo sé y sé que tienes razón. —Yellow estaba afligida. —Este debería ser un día de felicidad, debería estar feliz pero no lo estoy, estoy rota por dentro.
—Los dos lo estamos amor mío.
—Estaba sola, cuando más te necesitaba no estabas allí. —Yellow empezó a llorar.
—Amor, nunca quise dejarte sola pero estar contigo allí era algo que escapaba a mis manos.
—No es solo por J', es por todo lo que sucedió después de que fui sincera contigo. Estos días han sido desoladores, agobiantes. —La respiración de Yellow empezó a acelerarse. —Te amo ¡Por dios sé que te amo! Pero ahora no hago más que convencerme del hecho de que siento algo por ti. —Yellow hizo una pausa y empezó a vestirse. —No debería de buscar razones para convencerme de lo que siento.
—Pensé que era el único que vivía tratando de convencerse de que lo que siento es real, que sigue vivo y que vale la pena luchar por el. —Yellow me clavó la mirada. Sonreía, sus comisuras luchaban contra la gravedad para poder sonreír a pesar de la adversidad. —Te ves tan hermosa cuando sonríes. —Yellow río. —Te quiero. —Dije finalmente besándola en la mejilla.
Yellow se partió hacia su casa sin despedirse.
Al día siguiente, se despertó con un sol perezoso y una lluvia cansina desde la mañana. Aunque había comprendido que nuestra relación había llegado a su fin el día anterior, necesitaba darle un verdadero adiós a Yellow.
A horas de la tarde eché a correr hasta la casa de Yellow, ni el viento y la tormenta pudieron apartarme de la vera que me conducía al hogar de quien amaba.
No tuve el valor para llamar a su puerta, me quedé congelado mirando con el puño levantado. En ese instante, mientras la lluvia me empapaba, recordé toda mi historia con Yellow, reí y lloré por dentro.
Intenté inútilmente secarme mis temblorosas manos y en una hoja de papel escribí:
«Yellow, mira en el picaporte de tu puerta cuando la abras. Lamento no poder cumplir con todas las promesas que te hice».
Deslicé la hoja por debajo de su puerta, me quité el collar con la llave del corazón de Yellow y la colgué en la manija. Llamé a la puerta y esperé unas cuantas calles a la espera de que ella recibiera el mensaje.
Al cabo de unos segundos Yellow abrió la puerta, su rostro estaba demacrado por el llanto, con la hoja en sus manos, echó un vistazo a los lados con la esperanza de encontrarme. Era el fin de nuestra historia. Yellow tomó los dos collares y los unió por última vez.
ESTÁS LEYENDO
Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?
Tienerfictie¿Qué tienen que ver un par de Chucks color negro con mi primer amor? Año 2009, tenía catorce años de edad y odiaba usar los zapatos formales del uniforme estudiantil, así que en un acto de rebeldía ante las directivas del colegio en que estudié, de...