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Pink:

Éramos inevitables

así como el invierno

que llegó con el atardecer.

En una noche del año 2011

—Hola. —Susurró Pink al verme entrar en su habitación.

—¿Cómo estás? -Pregunté.

—Estoy... Estoy bien. -Respondió con melancolía. -¿Y tú?

—Estoy como tú, solo que con heridas más viejas. —A Pink se le inundaron los ojos.

Pink posó su cabeza sobre mi pecho en busca de consuelo.

—No sabes lo que desearía que en tus ojos quebrados estuviera una parte de mi ser, para que cuando llores, sea yo el que alivie tu dolor. Con una sonrisa mía bastara para hacerte caminar y detener esta locura de seguir tiniendo de gris tu vida.

—Al...

—Sé que es cursi pero necesito hacerte saber que este estúpido corazón que tengo se ha rendido a tus pies. Que desde que todo se fue al traste, tú y solo tú has hecho que la vida no sea papel de lija. —Era medianoche, casi no se veía nada excepto el rubor en las mejillas de Pink. —Solo debía decirte que me gustas y aquí estoy divagando.

—Son lindas divagaciones. Tienes alma de poeta, no lo puedes evitar. -Expresó Pink con dulzura.

—Son bonitas pero no alivian tu pena. Es demasiado pronto, supongo. O tal vez llegue tarde a tu vida.

—O quizá todavía no es el momento de nuestra historia.

—Quizá.

—Te quiero. —Susurró Pink como si fuese un secreto.

—Te quiero.

Las palabras se volvieron superfluas, dejamos que el silencuo reinara. Nos besamos como lo hacen los desconocidos, con los ojos. Un beso sin labios, sin tacto, pero con más alma de los que ella y yo habíamos dado y recibido durante toda nuestra vida.

Fin...

Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora