Aunque parece increíble, después del día lluvioso Yellow y yo seguíamos en el limbo de querer ser más que amigos sin la valentía de poder cruzarlo. Dicen que las cosas buenas se hacen esperar, pero la misma espera desesperaba y era una porquería.
Los dos nos alejamos mutuamente el uno del otro, por el lado de ella solo podìa intuir que todo lo que había sucedido desde mi confesión, todo lo bueno, era tan maravilloso que temía al hecho de que si ella era mi novia toda la magia se acabaría. Por mi parte me alejé solo para idear una estratagema con la que al final lograría que Yellow dejara de temer. No diré que no actuaba de manera misteriosa pues lo que había planeado era una sorpresa y no deseaba que nada ni nadie la estropeara. Quizá debí reparar más en las consecuencias de mis actos teniendo en cuenta todo lo sucedido.
Mi plan consistía en aprender una canción para Yellow, no tenía la voz para cantarla pero si la habilidad de tocar una guitarra, y es aquí donde entra Purple; conocida como la más guapa del instituto, compañera de mi clase, embelesada por mis ojos, los cuales halagaba cada vez que tenía la oportunidad, y con una voz preciosa al cantar. No me costó convencerla, ella era mi amiga, una romántica a la que le encantaban los clichés de amor de Hollywood y ser parte de una de esas historias en la vida real le hinchaba el corazón de alegría.
En teoría todo marchaba a la perfección, aprendía los acordes de la canción que deseaba a un ritmo desenfrenado y la meliflua voz de Purple era el complemento perfecto. Lo malo, es que desde que Purple y yo nos conocimos, siempre hubieron rumores de que nos gustábamos mutuamente; en parte eran verdad, a ella le encantaban mis ojos y le fascinaba mi forma de ser, y a mi no solo me parecía absurdamente guapa, era inteligente, talentosa y divertida. Esos rumores habían quedado enterrados por el hecho de que nunca sucedió nada entre nosotros, sin embargo el volver a pasar tiempo juntos hizo que se exhumaran.
Sé que no fue nada inteligente el ocultar y alejarme de Yellow a causa de mi plan, pero era necesario. Mientras yo pensaba en la forma definitiva de enamorarla de una buena vez por todas, J' y todo cristo sembraban la semilla de la duda en Yellow. «Te está engañando otra vez y esta vez en tus narices» es lo que se me puede ocurrir que le habrían dicho a ella hasta el cansancio.
Fue un lunes en el que todo mi plan tropezó. Ya había sonado la campanada final, me había despedido de Yellow y era hora de ensayar con Purple, lo que yo ignoraba es que Yellow se las había ingeniado para quedarse después de clase sin que yo lo supiera.
Todo parecía normal, ensayaba con Purple como de costumbre en el salón de arte. Los dos practicamos casi hasta la puesta del sol, demasiado tiempo para pensar que cualquier cosa estaba pasando tras las puertas de un salón que constaba con utilería como mantas, edredones, cojines, un somier, etc. Pensándolo bien, el salón de artes parecía estar dotado de lo más básico para grabar una porno y supongo que eso le hacía dudar a Yellow aún más sobre lo que Purple y yo hacíamos.
Supimos que era tarde porque la luz del sol empezaba a decaer. Estábamos exhaustos así que decidimos descansar un rato.
—Es casi perfecta, ojalá tocara mejor. —Le dije a Purple mientras contemplaba sus ojos. Eran de un café tan intenso que te podías perder en esos lagos de cafeína que privarían del sueño a cualquiera. —Cantas precioso, gracias, de verdad por tomarte la molestia de ayudarme con todo esto. —Purple se ruborizó.
—No cantó tan bien como crees —Dijo mientras sonreía.
—Deja la falsa modestia. —Alegué. —Siente orgullo por tu talento. —Purple no pudo mantenerme más la mirada.
—Mira quien habla de falsa modestia. —Expresó nerviosa. —Tú tocas bien la guitarra, mi voz es un asco comparado con tu talento.
—Venga, deja de decir eso. Si tan solo pudieras verte con mis ojos. Ojalá por un instante pudieras ser yo y así escucharte, te sentirías igual de fascinado que yo. Eres maravillosa. —Las mejillas de Purple una vez más se tiñeron de rojo.
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Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?
Novela Juvenil¿Qué tienen que ver un par de Chucks color negro con mi primer amor? Año 2009, tenía catorce años de edad y odiaba usar los zapatos formales del uniforme estudiantil, así que en un acto de rebeldía ante las directivas del colegio en que estudié, de...