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Pink:

Por una vez en tu vida

elígete primero

y todo lo demás

serán consecuencias.

Se podría decir que en este punto ya conocía del todo a Yellow, sus manías, lo que le gustaba y lo que no, entre otras cosas. Me faltaba algo, conocer sus creencias.

Vamos a hacer un pequeño paréntesis: En esa época la idea de la existencia de un dios para mi era factible, no era el agnóstico inclinado al ateísmo absoluto que soy ahora. En cambio para Yellow, la idea de dios era ( y sigue siendo supongo) una de las piedras angulares por las que rige su vida. Sí, en esas época los dos creíamos en dios, la única diferencia eran nuestros enfoques espirituales, ella era cristiana y yo por mi familia era católico.

De la nada la idea de ir a una iglesia cristiana resultó un tanto intrigante para mi, no porque me gustara los sermones o pasar la mitad del día escuchando que me voy a ir al infierno, fue el simple morbo lo que me llevó a aceptar la invitación que un día Yellow me hizo.

Como habrán deducido, jamás había pisado un templo cristiano y me lleve una sorpresa al verlos por dentro. Me guardaré mis pensamientos acerca de lo que pensé al entrar a ese lugar pues la gente se ofende con facilidad y esta historia trata de mi primer amor, no de creencias religiosas.

Eran casi las 5.00p.m. el sermón comenzó y terminó a eso de las 6.00p.m. Bastante diferente a lo que estaba acostumbrado debo decir. Hice mi mayor esfuerzo por ser respetuoso, pues aunque no fuese voluntario, a veces escuchaba cosas que me daban gracia y me era difícil mantener la postura. Y así como reía de cuando en cuando, también me llegué aburrir con facilidad. Lo único que me ayudó a sobrellevar toda la tertulia fueron las cómodas sillas del auditorio. Lo siento pero no lo siento.

En fin, no recuerdo lo que dijo el orador antes de terminar el sermón, solo sé que me hizo quebrar en risa. Una risa que contraía mi abdomen y que se estrellaba contra mi boca cerrada pues lo último que deseaba era que Yellow se enfadara creyendo que no respetaba algo tan importante para ella.

Los dos fuimos casi los últimos en abandonar el auditorio, ella se encontró con otros feligreses, sus amigos de iglesia se podría decir. Mientras Yellow les saludaba yo solo me hice a un lado saludando con cordialidad y nada más. No me importaban quienes eran y mucho menos deseaba conocerlos, sin embargo Yellow insistió que me hiciera amigo de ellos alegando lo importante que era para ella pero ignoraba que yo no soy del tipo extrovertido que se hace amigo así de la nada con desconocidos.

El resultado: Un silencio muy incómodo después de ser presentados pues Yellow me había dejado a la deriva. Ya se imaginaran el motivo de la discusión de esa noche.

Nos sentamos casi al final del autobús, no dijimos nada durante la primera parte del camino; las luces color ámbar de las calles de Bogotá eran mucho más interesantes. Sabía que Yellow estaba molesta, que no debía intentar desactivar esa bomba pero también sabía que si no lo hacía todo iría a peor.

—Yellow ¿Pasa algo? —Pregunté finalmente.

—No pasa nada. —Respondió con frialdad.

—Amor ¿Qué sucede? —Insistí sin recibir respuesta. —Okay. No volveré a preguntar. —Quería llegar al fondo del asunto pero sabía bien como terminaría todo así que no lo volví a intentar.

Y así seguimos un par de calles. Yo mirando a mi alrededor y ella con la mirada fija en la ventana.

—¿Vas a dejar las cosas así tal cual, no vas a decir que lo sientes por lo que hiciste esta noche? —Inquirió Yellow rompiendo el silencio.

Sigamos Caminando: ¿Usas Converse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora