Capítulo 13: La Tercera Prueba

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Por su lado, Laly se encontraba entrenando sus patadas en el gimnasio del colegio, entrenar siempre la calmaba, y de paso se preparaba para la Tercera Prueba. Lo que le había hecho Twister no tenía perdón, no podía dejar de pensar en la humillación y en la ira que había sentido cuando Frost le contó aquello.

Las patadas eran su especialidad, y por suerte, el gimnasio del colegio estaba equipado con fuertes y resistentes bolsas de boxeo para entrenar los extraños poderes de sus alumnos, no eran bolsas normales y resistían varias de las patadas de Laly.

Y en eso estaba, sudando y disfrutando de cada golpe, cuando le llamó la atención el entrenamiento del chico que tenía al lado, sus manos se transformaron en grandes y temibles garras y reventó a zarpazos la bolsa de boxeo, y no solo eso le llamó la atención, sino que también le notó grandes colmillos en su boca, además de un aspecto algo canino en general.

—"Wow" —se dijo ella—, "es algo parecido a Katy, poderes de transformación animal."

Al finalizar el entrenamiento, mientras ambos tomaban agua, decidió acercarse y hablarle:

—Hola —lo saludó—. ¿Cómo te llamas?

El chico, para sorpresa de Laly, la miró algo extrañado, como si no entendiera por qué le estaba hablando.

—¿Yo? —le preguntó, a la vez que inclinaba su cabeza hacia un costado.

Ya había recuperado por completo su forma humana, para sorpresa de Laly tenía una linda cara, el pelo negro un poco crecido y despeinado y unos ojos color esmeralda. Contrastaba bastante con la bestia que Laly acababa de ver destrozando una bolsa de boxeo.

—Sí, tú, ¿quién más? —le contestó Laly.

—Ah —dijo él, aún algo confundido—. Hola —le respondió al fin. Se había mojado la cabeza y la secó sacudiéndola para todos lados—. Me llamo Zed.

—¿Zed? —repitió Laly—. ¿Como zeta en inglés?

—Creo que sí —le contestó él—. Discúlpame, ¿he interrumpido tu entramiento? ¿Hice mucho ruido?

—¿Qué? No, para nada. De hecho, me agrada cómo entrenabas.

—Oh, qué alivio... Y tú, ¿cómo te llamas? —agregó después de un silencio, porque consideró que sería educado repetir la pregunta.

—Yo soy Laly, mucho gusto, Zed.

Zed sonrió.

—Igualmente —le respondió.

—¿Qué poderes tienes? —le preguntó Laly—. Me llamó la atención tu entrenamiento.

—Bueno... —contestó él, haciendo una pausa después.

Laly pensó que no era un chico de muchas palabras.

—Cuando me convierto, tengo garras y dientes afilados y soy más ágil. Me convierto en una especie de canino humano. Además, mi olfato se vuelve más desarrollado y puedo rastrear olores a distancia.

—¡Wow! —exclamó Laly al escuchar eso, Zed era como Katy, pero canino en vez de felino—. Yo puedo llegar a romper una pared con una patada, me especializo en eso, en las patadas. Estoy entrenando para la Tercera Prueba y me preguntaba si te gustaría entrenar un poco conmigo antes de irnos —le propuso—. Entrenar sola es un poco aburrido.

—Está bien —aceptó él con una sonrisita ladeada—. Tus poderes suenan interesantes.

Ambos se dirigieron a la habitación del gimnasio especialmente reservada para combates amistosos. Laly se puso en guardia y Zed se transformó casi por completo, se veía mucho más feroz y costaba imaginar al chico de mirada tierna que le había hablado hacía unos momentos.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora