Capítulo 37: Rescates

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Mientras tanto, fuera de la oficina del director, Katy agudizaba el oído para escuchar los movimientos de este. Había terminado sus llamadas, nada interesante, conversaciones de protocolo con los padres de los alumnos que debían organizarse para venir a buscar a sus hijos más temprano de lo planeado.

Lo escuchó caminar por la oficina, escribir en papeles, leer papeles, teclear en su computadora... pero de nada le servía escuchar si no podía ver. Decidió que para espiar más a fondo necesitaría la ayuda de alguien que pudiera esconderse a la vista, alguien como Wany o Tad.

Bajó las escaleras y se dispuso a buscarlos. Justo en el momento en que ella bajaba, vio subir a cuatro adultos, entre ellos a una anciana vestida de blanco que no había visto antes. Seguro se trataba de padres que venían a retirar a sus hijos. Siguió caminando, alejándose de las oficinas escolares ¿dónde podían encontrarse Wany o Tad?

—Atención. —Se escuchó de pronto la voz del director por el altavoz—. Los siguientes alumnos diríjanse a mi oficina para ser retirados: Frost, Mara y Slade.

En cuanto Frost escuchó el anuncio, se vio obligado a renunciar a su búsqueda. Se sintió derrotado. Se le había acabado el tiempo y no había logrado su objetivo. Suspiró hondo y fue a su habitación por sus bolsos. Cualquier otro momento hubiera sido bueno para irse de la escuela, pero no ahora, que debía encontrar a Smoke, se lo debía a sí mismo y a sus compañeros.

Cuando llegó a su habitación y tomó sus bolsos, le echó una mirada general al lugar que había sido su hogar desde que comenzaron las clases. Su escritorio con la soga rota de Smoke lo hizo negar con la cabeza, estaba seguro de que él no había escapado por su cuenta. Alguien había venido por él y estaba bastante seguro de que podría tratarse del director. Pero ese era un misterio que quedaría sin resolver. Bueno, a menos de que sus compañeros lo resolvieran sin él, cosa que dudaba bastante. Lo cierto era que odiaba tener que ceder responsabilidades a otros, pero lo que realmente le molestaba era ya no poder ser partícipe de esa nueva misión. Tomó sus bolsos y salió de las habitaciones rumbo a la oficina del director, resignado.

Pero en el camino se encontró con Katy, quien lo detuvo, algo apenada.

—¡Frost! —le dijo observando sus bolsos—. Escuché el anuncio.

Él simplemente asintió y Katy vio en la cara de su compañero la angustia de la derrota.

—Que tengas un buen viaje a casa —le deseó y sin dudarlo se acercó para abrazarlo.

¿Un abrazo? En un primer momento Frost no supo cómo reaccionar y sus brazos colgaron a los costados de su cuerpo, pero luego muy despacio los levantó para rodear a su amiga con ellos, correspondiéndole el abrazo.

—Solo para que lo sepas —agregó Katy sin soltarlo— no fue tu culpa que Smoke escapara, a cualquiera le hubiera pasado, pero no te preocupes, vamos a encontrarlo.

Por un momento Frost no supo qué contestar, ¿qué era ese sentimiento tan extraño? Toda la vida él había buscado la perfección y aborrecido los errores, sobre todo los propios, ¿acaso Katy estaba apoyándolo aunque claramente él se había equivocado?

Había sido un gran año después de todo, había quedado entre los catorce chicos que continuarían concursando por las becas, había luchado contra los seyrens y había capturado a uno y además había descubierto que bailar no era algo que se le daba tan mal. Realmente este no había sido un año escolar tan malo.

—Adiós, Katy. —Fue la respuesta—. Gracias por transformar el año escolar en algo no tan horrible.

Katy no pudo evitar reírse ante tal frase de despedida.

—Igualmente, Frost —le respondió sonriendo.

Frost carraspeó y se separó del abrazo:

—Encuentren a Smoke —le susurró.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora