Capítulo 7: Los resultados

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El Comedor Escolar era otro salón enorme, más grande aún que el Salón Principal. Contaba con varias mesas donde los alumnos se sentaban a comer, y unas vitrinas por donde podían retirar sus bandejas para irlas llenando con comida a medida que pasaban por los diferentes puestos: uno para la entrada, otro para el plato principal y finalmente, otro para el postre, que regularmente se trataba de una fruta.

El almuerzo no era lo mejor, pero no se podían quejar, lo único malo era que siempre costaba encontrar un lugar disponible para sentarse, el comedor se llenaba de chicos y adultos disfrutando de su comida.

—Ya te vas a acostumbrar, Wany —le decía Stacey, mientras las tres buscaban lugar para sentarse.

Tad y Flux pasaron junto a ellas, mientras se acomodaban en la mesa que siempre usaban a la hora del almuerzo. Flux notó cómo su amigo posaba sus ojos grises en la muchacha que manipulaba la energía.

—Ay, Stacey —bromeó Flux—, si tan solo supiera que mi amigo está perdidamente enamorado de ella.

—¡Cállate! —lo codeó Tad, nervioso por que alguien lo hubiera escuchado.

Flux esbozó una pequeña sonrisita por primera vez aquel día.

—Sí que te gusta esa chica. ¿Por qué no vas y se lo dices?

—Ay, como si fuera tan fácil —se quejó Tad.

—El chico que puede atravesar paredes y poseer cuerpos, no puede declarar su amor.

—¡Ya basta! Atravesar paredes y poseer cuerpos es mucho más sencillo que eso —suspiró Tad.

—Vamos —le insistió Flux—, no puedo seguir viéndote así, ¿hace cuánto que me dijiste que te gustaba? ¿Dos años? ¿O fueron tres?

—Cállate, ya sucederá.

—No, Tad, es muy raro que una llama se produzca de la nada. —Flux habló poniendo su mejor cara de sabio, recordando uno de los viejos consejos de su madre—. Alguien debe encenderla para que suceda.

—¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo se enciende una llama?

—Buena pregunta. —Flux se miró sus manos, no tenía la respuesta a esa pregunta literalmente, aunque sus poderes tuvieran que ver con producir y controlar el fuego, pero sí podía responderla en la metáfora que estaban armando con su amigo—. ¿Qué tal si vas a comer con ella, por ejemplo? Sería un buen comienzo.

—No voy a dejarte solo, además no creo que ella quiera comer conmigo.

—Nah, no digas eso, ¿dónde está tu autoestima? Mira aún no encuentran mesa, podemos invitarlas a la nuestra, hay mucho lugar.

—Pero... va a venir con Katy.

Flux suspiró. Esa era una evidente desventaja. La chica tierna de la que su amigo estaba enamorado, resultaba ser la mejor amiga de su archienemiga, su ex novia: Katy.

—No te preocupes —le sonrió a Tad—, estaré bien si estás conmigo.

Entonces, después unos intercambios de palabras más, Tad se levantó a buscar a las chicas.

—Hola, chicas —las saludó Tad con una sonrisa.

—Hola, Tad —le respondieron Katy y Stacey, y se lo presentaron a Wany.

—¿Les interesaría sentarse con nosotros? —les preguntó tímidamente el chico fantasma—. Bueno... si quieren.

—Claro, a mí me gustaría —contestó Stacey.

—A mí también —respondió Wany, al ver que se iba a sentar con Flux.

—¡A mí no! —le gritó Katy, señalando a Flux—, no pienso sentarme junto a ese cretino.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora