Capítulo 25: Fin de la Cuarta Prueba

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Rain y Lavanda se dirigieron a la plaza, sin ser vistos, para su cita. Pero apenas comenzaron a caminar hacia allá, una suave lluvia comenzó a caer.

—¡Oh no! —exclamó Lavanda, y Rain, que había elevado sus brazos y su cara al cielo para mojarse con felicidad, la miró extrañado:

—¿No te gusta? ¡Es el clima perfecto!

Lavanda rio:

—No es que no me guste, es que se va a mojar todo lo que llevamos para comer.

Rain volvió a reír y asintió con la cabeza:

—Buen punto, pero no te preocupes.

Cuando llegaron, el chico controló las gotitas de lluvia para crear una especie de domo libre de lluvia donde ellos estarían sentados, secando también el césped.

—Oh, nada mal. —Sonrió Lavanda.

Allí pusieron un mantel sobre el césped y se sentaron para compartir un pequeño e improvisado picnic. Rain llevaba su guitarra en la espalda y cuando se hubieron sentado y acomodado la desenfundó y comenzó a tocar unos acordes.

—¡Trajiste tu guitarra! —Aplaudió Lavanda—. ¿Y ya le pusiste nombre?

—Bueno... —la miró él seductoramente—, hay un nombre que me gusta mucho... —Lavanda le sonrió a la vez que se sonrojaba—. ¡Prometiste no leer mi mente! —se exaltó él, leyendo en la expresión de Lavanda que ya sabía el nombre que había elegido para su guitarra.

—¡Lo siento! —exclamó ella.

—¡Así no te puedo dar ninguna sorpresa! ¡No es justo!

—Lo siento, lo siento. —Sonreía ella—. Te prometo que ya no lo haré por lo que queda de la noche, ¿en serio nombrarás a tu guitarra con mi nombre?

—Por ahora —le respondió Rain, fingiendo fastidio—. No importa, ahora solo escucha.

Acomodó su guitarra sobre sus piernas, cerró los ojos y comenzó a tocar y a cantar una canción para ella.

Lo pasaron muy lindo. Rain cantó y tocó la guitarra para Lavanda, quien lo escuchaba emocionada. Rain era realmente sincero, mientras más lo conocía más lo quería. Los villanos no eran tan terribles como anteriormente se los había imaginado. Hasta podía decir que se sentía muy a gusto con ellos.

—¿Sabes? —le dijo de pronto a Rain—. No estás nada mal, para ser un villano.

Rain dejó escapar una risita por la nariz:

—Ah, "para ser un villano" —repitió con voz graciosa—. ¿Acaso eso significa que la señorita se está enamorando de un enemigo?

—Ja —rio Lavanda—, ¿enamorar? Eso es mucho más profundo, mi amigo, ¿acaso tú estás enamorándote de una enemiga?

Rain no le contestó, pero se limitó a guiñarle un ojo.

—¿Sabes? —le dijo después de un silencio, Lavanda se había apoyado en su hombro y él miró las gotitas de agua que caían sobre sus cabezas, pero luego se desviaban para no mojarlos—. No sé qué tanto has estudiado de historia villana, pero me imagino que sabes quién es Bald.

Lavanda largó una mini risita:

—Por supuesto, es el creador de la escuela.

—Pues él hablaba de que no existen los opuestos absolutos, todo tiene puntos en común con todo, nada está separado.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora