Capítulo 38: Decisiones

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Zed había seguido el rastro de olor y acaba de llegar junto a Killcide. También podía sentir el olor de Amanda, pero por más que mirara a su alrededor no lograba ver dónde se encontraba.

—¿Dónde está Amanda? —le volvió a gritar, gruñéndole.

—Tranquilo, cachorro —le respondió Killcide—. ¿Por qué siempre tan agresivo conmigo?

—¡No puedo permitir que sigas causando males! Ya has hecho mucho daño, atacaste otros chicos antes, ¡y ahora lastimaste a Laly y secuestraste a Amanda!

—¿Causando males? Por si no lo sabías yo los ayude a luchar contra los seyrens, ¿tú tampoco me vas a agradecer?

—¡No! ¡No nos ayudaste! ¡Me atacaste! ¡Y por tu culpa murió Alonso!

—¿Alonso? Hmm no, lo siento, no me suena ese nombre y no he matado recientemente a nadie que no sea un seyren.

—¿Dónde está Amanda? —Volvió a preguntarle Zed, perdiendo la paciencia.

—Ella se está uniendo a mí. —Le sonrió Killcide con superioridad—. Deberías considerarlo.

—¡Eso no es cierto! —le gritó Zed y saltó hacia él. Sabía que debía atacarlo primero si quería tener algún tipo de ventaja contra este tipo.

Le mordió el hombro, muy cerca de la yugular y se quedó prendido de los dientes. Killcide gritó y de un codazo se deshizo de él, pero Zed rápidamente volvió al ataque, antes de que Killcide pensara en camuflarse. Sus reflejos y su rapidez habían mejorado considerablemente entrenando con Laly. Antes de que Zed volviera a morderlo, Killcide intentó detenerlo con una patada, que el chico esquivó hábilmente y continuó su ataque hacia el cuello del hombre. El haber esquivado esa patada le recordó a Laly y el solo recuerdo del estado en el que ella se encontraba ahora volvió a llenarlo de rabia para morderlo con todas sus fuerzas.

Amanda observaba la lucha desde el árbol en el que Killcide la había escondido. Zed había mejorado bastante sus movimientos de lucha, eso tenía que admitirlo. Estaba llevando la ventaja en la lucha contra Killcide.

—"Sí le importo. Ha venido a buscarme" —pensó para sí mientras continuaba observando.

Zed había logrado arrinconar a un sorprendido Killcide contra el tronco de un árbol, mientras gruñía. Realmente estaba luchando súper rápido. No importaba que no le hubiera respondido si la amaba o no, las acciones hablaban por sí solas, estaba luchando contra Killcide porque pensaba que ella estaba en peligro. Tragó saliva ¿qué debía hacer? ¿Intervenir? ¿Ayudar a Zed? ¿Detener la lucha?

***

Dafs se había quedado en la oficina del director después de que él y Volto hubieran salido corriendo a buscar a Killcide. Miró sus manos, estaba temblando. Ver a Laly, su anterior compañera de combates, en ese terrible estado, lo había shockeado. ¡Zed, por otro lado, había corrido en búsqueda de Killcide! Sacudió su cabeza, intentando pensar claramente.

—"No" —pensó, saliendo de la oficina con decisión—. "Esta vez no va a ser como en la Tercera Prueba, cuando a mi amigo Frost y a mí nos atacó Twister y yo solamente fui a buscar ayuda. Esta vez también voy a ser la ayuda, ¿qué importa si Killcide no tiene electrónicos? Yo sí tengo."

Corrió hacia su habitación, buscaría a Arti, había estado trabajando en mejoras para su pequeño robot, no estaba terminado, pero no importaba, Zed era su amigo, y lo necesitaba ahora mismo.

***

—¡Zed! ¡Estoy bien! —gritó desde el árbol Amanda. El chico miró instantáneamente hacia dónde provenía la voz a la vez que sintió un gran alivio al escucharla. Killcide aprovechó su distracción momentánea y se lo sacó de encima con un puñetazo en el costado de su cabeza, que lo hizo caer a un lado, produciendo un quejido de perrito.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora