El tercer ejercicio: El laberinto

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A la mañana siguiente, todos los grupos fueron despertados de sus carpas muy temprano para el tercer ejercicio. Los asistentes, encargados de lograr que los chicos se levantaran, los guiaron hacia un claro en el bosque, donde el director explicaría el tercer ejercicio.

—¿Por qué tan temprano? —se quejó Rain, luego de un largo bostezo—. Aún no son las seis de la mañana. Todavía no sale el sol.

—Sí —lo apoyó Slade—, a esta hora hay que dormir, estar despierto es casi un delito.

—Inhumano —concordó Rain, restregándose un ojo.

—Miren, chicos —les aclaró serio el director, intentando mantener la paciencia—. Aquí las reglas las pongo yo y no ustedes, así que, si no les gusta, si vuelvo a escuchar una sola queja, me veré obligado a descontarles puntos a sus equipos.

Slade y Rain se miraron entre sí y bostezaron, pero ya no dijeron nada.

El director les echó una mirada acusadora, y luego cambió su expresión por una más neutral para dirigirse a todos los chicos en general:

—Decidí que el ejercicio fuera a esta hora para que nos quede tiempo para los demás ejercicios. Ahora les explico de qué tratará este. En el laberinto —comenzó a explicar, señalando un laberinto de árboles y arbustos—, se hallan escondidos unos papeles. Cada papel contiene una sílaba, recolectarán papeles con sílabas para así formar palabras. El primero en formar una frase, obviamente con sentido, y en llegar al centro, gana. ¿Entienden?

Todos asintieron.

—¡Ah! —agregó el director—. Los puntajes serán idénticos a los ejercicios anteriores. El primero en llegar al centro con una frase bien formada obtendrá 20 puntos, el segundo lugar obtendrá 15 puntos, el tercero 10 puntos y el cuarto 5 puntos. Listo. Ahora elijan a sus concursantes.

—Bien. ¿Quién va? —preguntó Katy a su grupo.

—Vos y yo ya no podemos, Katy —le respondió Rain—. Uno de ustedes va. —Los señaló a Flux, Wany y Frost. Los 3 se miraron.

De pronto y de improviso, junto a ellos apareció Dafs:

—Hola, Wany —la saludó alegremente.

—Hola —le contestó ella sin ganas.

—¿Te importaría irte? —le propuso Flux, cortante—. Tratamos de decidir algo en equipo.

—Ya sé —le respondió Dafs, sin inmutarse—, yo creo que Wany debería ir.

Todos lo miraron confundidos.

—Este no es tu equipo, ¿por qué interfieres? —le preguntó Frost.

—¿Quién te invitó, enano? —lo increpó Rain.

—Solo quería ayudar —se defendió Dafs, encogiéndose de hombros.

—¡No eres de nuestro equipo! —le gritó Katy—. ¡Fuera! ¡Fuera!

—¡Está bien! —contestó Dafs, elevando las palmas de las manos—. ¡Ya me voy! Qué agresivos. Pero lo hago por el equipo de la linda Wany, piensen, les conviene, Wany se teletransporta, le sería fácil. Recordé que en la Primera Prueba ella me contó sobre sus increíbles poderes, yo creo que ella tendría mucha ventaja en esta prueba y así...

—Seh, seh, seh —le restó importancia Rain, empujándolo—. ¡Ahora largo!

—¿Quién lo diría? —preguntó Frost en cuanto Dafs se fue—. Sí hay alguien más patético que Flux.

A Flux le salió, otra vez, su llamita, mientras Katy se reía.

—Me caes bien —le comentó entonces Katy a Frost, quien, por primera vez desde que lo habían conocido, se limitó a producir una pequeña sonrisa, casi imperceptible, pero que Katy advirtió.

Escuela de Villanos [1]: Los IniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora