Paso 19

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Manu

Los tres meses que duró la práctica profesional de Nino, se sintieron como una luna de miel. Cada uno de los días que pasé a su lado fue magnífico. Adoraba su compañía, su risa contagiosa y lo enérgica que era a la hora de demostrarme su amor, abalanzándose sobre mí cuando me encontraba concentrado en mis pinturas, o abrazándome con dulzura cuando el estrés amenazaba con aparecer, o besándome en forma apasionada cada noche, solo por el placer de sentirnos en las nubes. Jamás tuvimos problemas que nos significaran dormir enfadados el uno el otro, en su mayoría, gracias al don de la palabra que acompañaba a Nino desde que tenía un año. Ella, por fortuna, era capaz de expresar todo aquello que le molestara, lo que hizo nuestra convivencia mucho más armónica, aun cuando hubo momentos, por supuesto, en los que ambos decidimos mantenernos en silencio.

Sin embargo, esos pequeños impases no nos detuvieron, permitiendo que los días pasaran alegres y que nuestra confianza creciera. Siempre sentí que el amor que nos profesábamos se multiplicaba, hasta que la cotidianeidad se abrió paso, permitiendo que la decepción entrara en nuestra relación, sin importar el daño que pudiese causar.

Un domingo, tras el ensayo con la banda, Nino apareció en casa tan radiante como acostumbraba.

—¡Manu, Manu! ¡El próximo sábado nos invitaron a tocar frente al público! ¿Adivina qué? ¡Voy a escoger una linda canción para ti! —gritó al atravesar la puerta.

De inmediato se quitó su chaqueta para lanzarla al sillón junto a su mochila de colores, y con la misma rapidez las tomé para llevarlas al colgador donde pertenecían. Nos abrazamos, deseosos de compartir esa alegría, para luego besarla muchísimo hasta demostrarle lo orgulloso que me sentía de ella.

—¡Eso es genial! ¿dónde será? —pregunté, con ella aún entre mis brazos.

—En el bar que está frente a mi facultad, ¡te va a gustar mucho!

Sus ojos ilusionados brillaron al contestar. Yo volví a besarla, porque era consciente de que sería imposible disimular mí tristeza. Lo sabía, lo había sabido siempre, pues mi imaginación me permitió presenciar ese momento y sus consecuencias el mismo día en que supe que la amaba. Aun así, no quise decirlo en voz alta, porque no deseaba sentir que comenzaba a arruinarlo todo.

—Tras nosotros tocará Nicky Jazz, es una banda conocidísima entre lso estudiantes, por lo que de seguro estará repleto el bar. Tienes que...

Nino se levantó, se quitó el sweater mientras seguía hablando con entusiasmo de su próxima actuación, hasta que de pronto, guardó silencio frente a mí.

—Nino, lo lamento tanto. No creo que pueda estar ahí.

Ella entendió lo que ocurría de inmediato. Su rostro cambió y no volví a ver su sonrisa por algunos días.

—Está bien, no importa —contestó molesta, sin permitir que me explicara.

Se alejó de mi lado, y esa noche, Nino no me esperó para dormir.


***


Nino

Si bien acababa de sobrevivir a mi primer acercamiento con el mundo laboral, lo cierto es que estaba cansada. Había trabajado gratis tres meses en un estudio donde jamás me pidieron que pensara. Mi función era bajar datos de satélites y organizar carpetas con imágenes del clima, como si mis años de estudio se resumieran en eso. Era obvio que lo único que deseara fuera hacer algo distinto, no importaba qué, y por supuesto, junto a Manu. Sin embargo, la cotidianeidad que adoptamos viviendo juntos, me hizo olvidar que la rutina y él eran lo mismo. No era su culpa en absoluto, ni mucho menos de los hermosos días que pasamos juntos y que me hicieron pasar por alto el hecho concreto de que me había ganado un espacio en el corazón de Manu haciéndome parte de su día a día.

TOC -Trastorno Obsesivo CompulsivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora