* Capítulo 4

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13 de noviembre de 2017. Boston, Massachusetts, USA.

— ¿Entonces, ya te han dado licencia en el trabajo? —hago un sonido extraño con la garganta para afirmar—. Era hora. Te lo merecías desde hace tiempo. Ya ni puedes caminar casi con esa bola que tienes en la panza. —asiento, mientras le doy un bocado a mi rico helado de chocolate. Luego recuerdo que ella no puede verme, así que aclaro la garganta para responder.

—Así es. Realmente se me hace muy duro poder realizar algo al día. Me canso con mucha facilidad. —digo. Ella suspira del otro lado de la línea y se escucha un leve sonido producto de una posible sonrisa. Limpio mi boca del resto de helado.

—Marie y yo ya vamos de camino y pronto llegaremos. Ayudaremos en algunas cosas de la casa. —dice con entusiasmo—. Además, necesito ver a mi mejor amiga. ¡Tengo un mes que no te veo! —río, divertida. Es cierto que teníamos mucho tiempo sin vernos. Ha pasado unos días desde que me dieron una licencia por salud que, por ley, o algo así me explicaron en la guardería, la mujer debe recibir unas semanas antes de la fecha estimada de parto. En unos días es probable que rompa fuente. La obstetra me advirtió que el bebé está en posición desde hace unos días atrás, así que en cualquier momento puede pedir salir o tendrían que inducirme al parto.

En cuanto a las chicas, no he podido verlas en este último mes debido a que aún estamos muy lejos y no pueden venir siempre que se lo propongan.  Aunque amo que se esfuercen tanto por venir a verme.

El pitido de otra llamada me saca de mis pensamientos. Tomo el envase del helado y lo coloco a un lado de mi mesita de noche y con mis dedos quito toda mancha de este, de mis labios y ropa. He quedado toda pegajosa y tendré que darme un baño.

—Está bien, Kate, aquí las espero. —respondo—. Tendré que colgar, tengo otra llamada. —ella acepta y después de despedirnos, corta. Contesto la llamada entrante, dejando la cuchara que estaba utilizando dentro del envase. Frunzo el ceño al no escuchar a nadie del otro lado de la línea.

— ¿Aló? —pregunto.

— ¡Mia! —la fuerte y ronca voz de mi mejor amigo me eriza la piel y un gemido de sorpresa sale de mis labios de manera inevitable.

— ¡Luke, por Dios! Pensé que te habías olvidado de mí. —digo, realmente emocionada por poder escuchar su voz después de tanto tiempo sin saber nada de él. Dos meses que no podíamos hablar ni mucho menos vernos. En verdad, pensé que ya se había olvidado de mí. Aunque Luke siempre ha sido una persona algo alejada y, ciertamente, reservada; pero, es la primera vez que dura tanto tiempo sin comunicarse.

—Nunca haría algo como eso. He estado tan ocupado, enana. No te imaginas las ganas que tengo de verte—. Sonrío con alegría. Yo también muero de ganas por verlo—. ¡Pero tengo buenas noticias! —exclama, y con un suspiro de felicidad le pregunto que cuáles eran sus noticias—. Dentro de una semana estaré allá. ¿Qué te parece?

Suelto un grito y le lanzo muchos besos emocionada y algo aturdida por el sentimiento de nostalgia que de pronto me ha invadido. He estado tan absorta con todo a mi alrededor, y con el tema del embarazo, que no me había dado cuenta lo mucho que extrañaba a mi mejor amigo.

—Me parece fantástico. Ya te extrañaba demasiado. —comento. Su risa, algo contagiosa, se escucha lejana, pero se oía contento y especialmente risueño. Lo que me hace sonreír aún más. Escucho que le dicen algo.

—Perfecto. Me tengo que ir, princesa. Cuídate mucho. —nos despedimos por unos minutos más y después él cortó la llamada. Suelto otro suspiro, siendo el segundo en poco tiempo, y miro con nostalgia mi teléfono. De fondo de pantalla tengo una foto mía y de Harry.

Baby Boy! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora