* Capítulo 7

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13 de febrero 2022. Newark, New Jersey, Usa.

Una hora más tarde.

—Es que es un idiota maleducado. No sé como pudiste reaccionar tan pacífica. Si no fuera porque Marie me agarró, estuve a punto de partirle la cara de niño bonito que tiene. —dice Katherine por no sé cuánta vez desde que llegamos del restaurante. Mi hermano fue a acostar a mi pequeño Theo, quien ya estaba cayéndose del sueño.

Camino hasta la cocina, escuchando a mis espaldas como Luke le reclama a Kate para que deje el tema atrás. Me alzo un poco hasta el estante de los vinos y decido sacar una botella de mi favorito. Tengo las emociones revueltas, pero debo más que nada celebrar el hecho de que tengo una entrevista de trabajo. Tomo unas cuantas copas y me adentro nuevamente a la sala. Le hago una seña a mi hermano que ha vuelto de la habitación, para que busque las demás copas.

—¿Qué tal si ya dejamos eso atrás y nos bebemos una copa de vino? —digo, con una sonrisa cariñosa a Katherine. Sé que está tan enojada por eso, solo por el hecho de que se trata de mí. Ella nunca ha permitido que alguien me haga daño, ni me humille. Siempre me ha protegido. Desde que éramos unas niñas.

—Me caería bien una copa. —dice Luke, tomando una copa que Harry le ofrecía, mientras yo le entregaba una a la pareja. Después que ya todos estábamos bebiendo, comenzamos a hablar de mi nueva entrevista. Sería el lunes de la siguiente semana, en la oficina principal de la compañía de Blake Solutions. Debo vestir formal e ir debidamente preparada.

Comparado con todos los empleos que he tenido, que son pocos en realidad, es primera vez que me emociono tanto. Algo dentro de mi dice que será muy diferente que los demás. Lo presiento. Aún recuerdo lo mal que me puse cuando me despidieron de la guardería.

"Cinco años atrás. 09 de mayo de 2017. Boston, Massachussets.

Nueve letras.

Nueve letras que han cambiado toda mi vida.

Y tengo la sensación de que un dolor fuerte me ha entrado en el pecho. Por primera vez desde que mis padres me echaron de casa, he sentido un miedo profundo. Estoy desamparada, porque ahora mismo no sé qué hacer para proteger a mi hijo; desamparada porque ya no me quedan ganas de seguir viviendo a pesar de que trataba de aferrarme al ancla que me sostenía.

A pesar de que me aferraba a Theo.

Despedida.

Es lo primero que interpreto de la carta que me entregó la directora administrativa cuando fui a presentarme esta misma mañana a trabajar después que mi tiempo de licencia había finalizado. Al parecer, ya no necesita de mis servicios porque había contratado a una profesora más capacitada en el ámbito infantil y con una licenciatura en educación.

¿Qué mierda voy a hacer con mi vida ahora? ¿Qué voy a hacer, teniendo a un hijo al que alimentar, cuidar y mantener? ¿Cómo voy a pagar la renta?

Todo estaba acabado para mí. Nadie iba a contratar a una menor de edad con un hijo y sin ninguna experiencia laboral y apenas graduada de la preparatoria. No soy la mejor opción para una empresa.

Lloro, callando mis sollozos para que mi hermano y mis mejores amigos no me escuchen del otro lado de la puerta. Mis rodillas chocan con la pared del baño y me encuentro a mí misma perdida entre estas cuatro paredes; justo como el día en que me enteré de que estaba embarazada.

Ahora más patética que nunca; un fracaso como mujer, como madre y como persona.

Me permito gritar, arrancar de mi corazón ese rencor y dolor que he venido acumulando hace meses atrás. Siento mi garganta desgarrarse y escucho los constantes llamados de mi hermano y mis mejores amigos. Están tocando desesperadamente la puerta.

Baby Boy! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora