El señor McClain y el señor Blake eran en ciertos sentidos muy parecidos. Sus actitudes y características, sin duda alguna, eran muy similares. Lo que provocó que ambos se llevaran muy bien desde el inicio de esta reunión, estableciendo de pronto un ambiente agradable y sin ninguna tensión entre todos los presentes.
Excepto, claro está, la que existía entre Nathan McClain y yo. Ese guapísimo hombre no deja de mirarme y me pone cada vez nerviosa y sonrojada. Yo tampoco podía limitarme a mirar hacia otro lado, o siquiera prestar atención a lo que el señor Blake decía respecto a la negociación. Yo estaba ensímismada en mis pensamientos. Contemplando en lo condenadamente atractivo, sexy e inteligente que este hombre ha resultado ser. En el poco tiempo que lleva la junta iniciada, se nota que está preparado y que tiene el mayor conocimiento en esta area.
Estoy sorprendida, y cualquier mujer en su sano juicio babearía por él.
— ¿Alguna otra información que requiere tomar consideración para el contrato? —pregunta el señor Blake con una media sonrisa. Nathan, quien está sentado a su lado, se inclina un momento y le susurra algo al oído provocando que este se eche a reír—. Bueno, eso tendrás que preguntárselo a ella. —Dice mi jefe con una sonrisa de oreja a oreja.
Nathan sonríe, mirándome con esos ojos verdes preciosos.
—Me gustaría invitarte a salir. —me dice en un susurro, y de pronto tengo los ojos de los cinco hombres en el salón de conferencias. Quisiera hundirme en mi asiento y desaparecer por debajo de la mesa. Me sonrojo inevitablemente y carraspeo sin saber que responder.
Esto es demasiado vergonzoso.
—Y-yo... esto...
—Vamos Mía, necesitas distraer tu mente. —le eché una mirada fulminante a Sebastián y este soltó un risita burlona en cuanto nuestros ojos se encontraron. Desvié mi atención hasta el hombre que hace unos segundos me invitó a salir. Lucía seguro de sí mismo, con su sonrisa genuina y su porte de un hombre que ha conseguido todo lo que se propone en la vida.
— ¿Entonces? ¿Te gustaría ir a tomar un café conmigo? —sonreí. No nos conocíamos de nada, y las pocas veces que habíamos cruzado palabras, no habían sido de la mejor manera posible o siempre terminaba mal.
No creo que sea una buena idea.
—Señor McClain, no creo que sea conveniente que exista algún tipo de relación entre dos personas que indirectamente estarán trabajando juntos. —digo, con algo de timidez. El hermano de Nathan se rie a carcajadas, y no puedo evitar sonrojarme mas de la cuenta. Quisiera que la tierra me trague y me escupa en cualquier otra parte del mundo.
—No sé en tu idioma, hermanito, pero en el mío eso es un claro no. —su hermano le da unas palmadas en la espalda y vuelve a reir, pero esta vez acompañado de los demás. Nathan no parece intimidarle, y tampoco importarle la excusa barata que le había dado.
Sinceramente yo no siento que este preparada todavía para conocer a alguien y entrarlo, no solo en mi vida, sino también en la de mi hijo.
—Será un café. Luego veremos que nos depara el futuro. —dice, aun sin retirar esa hermosa sonrisa sincera que me había brindado desde un principio.
¿Qué podría salir mal si salgo solo a beber un café con Natha McClain?
—Está bien. Me gustaría ir a tomar ese café. —él soltó un suspiro de alivio y luego todos explotaron en carcajadas.
—Perfecto, como todo ya está aclarado, mandaré el contrato al departamento de legales para que lo redacten. En la semana nos estaríamos reuniendo para firmarlo. ¿Les parece bien? —los McClain asintieron y se levantaron para despedirse.
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Baby Boy! ©
RomanceUna cosa tiene todos los padres responsables en común: el querer el bienestar de sus hijos. Es por eso por lo que Antonio Jones siempre le insistía a su hija que no se dejara arrastrar por las garras de su novio, que, para opinión de él, era un buen...