8 de Marzo del 2022. Newark, New Jersey.
— ¡Mía! ¿Quieres sentarte un momento? Me estás poniendo nervioso y creo que a Theo también. —suelto una carcajada. Es verdad. Tenía diez minutos caminando de un lado a otro sin notar cuan nerviosa me encontraba.
—Yo estoy nerviosa. —comenté, señalándome a mí misma. Theo me miraba confundido y Luke rueda los ojos por tercera vez en poco tiempo.
— ¿Por qué estás nerviosa, mamá? —dice Theo. Lo miro con ternura. Amo la forma en la que hijo se desenvuelve tan bien con las palabras. Mi psicóloga dice que es un niño especial. Que no todos son capaces de aprender ciertas cosas a esa edad.
—Porque tu mamá está algo loquita. —dice Luke. Le gruño—. Créeme que me he dado cuenta. —me responde ahora a mí. Lo miro mal. Lo que menos necesito es su sarcasmo en estos momentos de ansiedad.
— ¿Te he dicho que te odio? —me crucé de brazos y me senté frente a él en el sofá, meneando mi pierna derecha de arriba hacia abajo. Es un tic nervioso que había adquirido. La señorita Smith, mi psicóloga desde hace tres años, me dijo que podría ser por ansiedad que recurría a dicho tic. Podría tener razón, aunque no sabía controlarlo del todo.
—No me odias y lo sabes. Así que deja de decir tonterías. —reí. Le doy la razón nuevamente.
— ¿Por qué no me llaman? ¿Y si perdí la oportunidad por no haber contestado el teléfono? —Pregunté, un poco decepcionada y triste. Luke se echó a reír y quise darle una bofetada. Ya me estaba desesperando.
—Te llamarán otra vez. Espera. Tal vez piensan que en este momento no puedes hablar y te llaman más tarde. ¿Quién sabe? —dijo, encogiéndose de hombros.
—Tienes razón. Me voy a cal... —mi teléfono suena interrumpiendo mis palabras. Abro los ojos sorprendida y asustada cuando miro el número registrado—. ¡Son ellos! ¿Qué hago?
Luke se echa a reír otra vez, como foca retrasada, y mi hijo, como todo traicionero, se ríe junto con él. No puedo evitar reír también.
— ¿Qué te parece contestar, idiota? —Nuevamente lo miro mal, pero hago lo que me dice y descuelgo la llamada.
— ¿Sí?
— ¿Señorita Jones? —Pregunta la mujer que me entrevistó hace unas cuantas semanas atrás. Lo sé porque aún recuerdo su voz pacífica.
—Eh... Sí. Sí. Soy yo. —me apresuro a decir.
—Soy Marge Snow, de la empresa Blake Solution. La hemos llamado para decirle que hemos decidido contratarla como la secretaria personal del presidente de la empresa. —tengo que controlarme para no gritar de la emoción, de modo que solo me conformo con respirar profundo.
—Eso... Eso es genial. Muchas gracias. Le prometo que no la voy a decepcionar. —digo, con mi corazón latiendo muy deprisa.
—Eso espero. Hemos considerado su petición acerca de la pasantía y el señor Blake quiere tenerla como su secretaria. Usted estará trabajando para una de las empresas más conocidas de la ciudad. Muchas personas desearían su puesto ahora mismo. —comentó. Asentí, a pesar de saber que ella no me veía.
—Así será. —prometo.
—Bien. Empieza a partir del lunes a las ocho de la mañana. Puntual por favor. Su piso será el veintitrés, ahí habrá una oficina con su nombre. La asistente Meredith Finnegan la guiará desde recepción. —Escucho con atención las instrucciones—. Antes debe pasar por mi oficina a firmar el contrato; habrá unas cuantas modificaciones. Debe vestir formal.
ESTÁS LEYENDO
Baby Boy! ©
RomanceUna cosa tiene todos los padres responsables en común: el querer el bienestar de sus hijos. Es por eso por lo que Antonio Jones siempre le insistía a su hija que no se dejara arrastrar por las garras de su novio, que, para opinión de él, era un buen...