*Capítulo 13

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— ¿Por qué tendría yo que aceptar este baile? —pregunté un tanto incómoda después de que Luke se haya retirado enojado al yo decirle que me diera un momento. Supongo que no está contento con dejarme con el señor McClain después del numerito que había hecho la última vez.

Estaba encantador. Llevaba consigo un aire de seguridad absoluta. Me resulta una persona intimidante en todos los sentidos.

—Si usted no lo desea, entenderé. —solté un pequeño suspiro bajo su mirada verdosa y sonreí entre dientes. Acepté. Después de todo, no negaré que Nathan es un hombre muy apuesto y se hace llamar la atención.

—Me parece usted una mujer muy interesante. —me dice al oído en un susurro jadeante que me deja con los pelos de punta. Tengo que agarrarme más fuerte a sus hombros para no comenzar a temblar. Alzo una ceja, algo sorprendida por su repentina confesión. ¿Cuáles son sus intenciones, señor McClain?

Aclaro mi garganta, una vez que he procesado su comentario.

— ¿A qué se debe eso, señor McClain? —pregunto, intentando disimular mi voz nerviosa. Respiro profundo—. No tengo nada de interesante.

—Tienes cierto aire de misterio que me parece un tanto atractivo. Sin mencionar, que eres una mujer muy hermosa. —siento como mis mejillas se sonrojan y tengo que bajar un momento la cabeza para que sus atrayentes ojos no me mirasen.

—Creo que está usted equivocado, señor McClain. Soy una chica común y corriente. —respondo. Él suelta una risita irónica a la vez que me hace girar en un lento y sensual movimiento. Debía admitir que Nathan bailaba muy bien. Podía hacer parecer como si fuera una experta en esto, pero sinceramente no soy para nada buena. El hacía que se contonearan mis caderas de una forma sexy y yo solo me encargaba de mover los pies a su ritmo. Él se prepara para responder, con su dulce sonrisa pícara, pero se detiene cuando algo detrás de mí capta su atención. Me alejo un poco para mirar cuando nos detuvimos.

— ¿Nathan? —el mencionado se separa de inmediato de mi lado y tiene la delicadeza de quitar mis manos de sus brazos. Parece algo nervioso—. ¿Qué diablos haces?

Quien le habla es una chica alta de cuerpo delgado y cabellera rubia. Lleva un vestido de lentejuelas dorado y unos tacones de puntas altas, negros. En sus manos, tiene una cartera un tanto peculiar a juego con las zapatillas. Detrás de ella, hay dos hombres fuertes y grandes que parecen la versión real de la película Men In Black. Al parecer son sus guardaespaldas.

— ¿Maddy? —Preguntó, como si en verdad estuviese sorprendido de ver aquella despampanante mujer en un lugar como este—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo diablos supiste dónde estaba? —Ella abre sus ojos, disgustada totalmente por la pregunta del atractivo hombre que hace unos segundos bailaba conmigo, y suelta un gruñido para nada femenino. De pronto, siento unas terribles ganas de echarme a reír, así que me permito alejarme un poco para que no noten mi repentina diversión. Tenía mucha curiosidad de saber quién era esta mujer en la vida del señor McClain.

—Viendo como bailas con una cualquiera. —me atraganto con mi propia saliva. Espera. ¿Me acaba de llamar "cualquiera"?

Frunzo el ceño, y me preparo para encararla.

—Ten más respeto, Madison. —bufo cuando Nathan me interrumpe. Al menos tiene la delicadeza de defenderme. —No conoces a la señorita Jones. Además, te hice una jodida pregunta. ¿Cómo supiste dónde estaba? No eres nadie para estar aquí y mucho menos para hablarme de esa forma.

Baby Boy! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora