Capítulo 1

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Mi nombre es Magnus Bane, tengo dieciocho años, estoy en último grado de preparatoria, vivía en Nueva York y tenía una vida perfecta... tenía... hasta que mi padre decidió que después de dieciséis años tras la muerte de mi madre, su vida amorosa debía continuar... y se casó con mi, ahora madrastra, Lilith, ella tiene un hijo llamado Jonathan... y son un asco. No me malinterpreten, no soy la clase de hijo celoso, amo a mi padre y quiero que sea feliz... pero no con ella, no con su hijo, no me agradan. Ahora me encuentro sentado en la parte trasera del coche de mi padre después de horas, mientras miro como cada vez nos adentramos más y más en un bosque. Mi padre tiene que dejar unas cosas arregladas con la venta de nuestro antiguo apartamento en Nueva York, eso gracias a que Lilith tuvo el capricho de mudarse a la antigua casa de mis abuelos maternos en un pequeño pueblo.

-Me aburro –refunfuñó Jonathan por décima tercera vez; yo me limité a rodar los ojos.

-Ten calma mi amor –musitó Lilith mientras conducía–. Ya falta poco.

-Tengo hambre –me quejé yo dando suaves caricias a mi pansa vacía.

-Deja de quejarte, mocoso –espetó la mujer mirándome notablemente irritada a trasvés del espejo.

Yo abrí la boca para alegar, pero recordé la promesa que le hice a mi padre sobre comportarme bien, así que decidí callar, era lo más sabio, además no quería causarle problemas a papá. Además en ese momento me sentía bastante como Cenicienta, estoy con la madrastra malvada y su hijo malvado, al menos yo sólo tenía un hermano malvado, no me imagino a la pobre Cenicienta luchar con dos.

Después de varios minutos por fin llegamos a la casa. No era muy grande pero tampoco pequeña, la casa era de dos pisos completamente hecha en madera, los árboles la rodeaban y se miraba muy antigua, pero no sucia descuidada ya que mi padre y yo veníamos todos los años para hacerle mantenimiento, aquella era la casa que yo había heredado de mi madre, me molestaba un poco que allí se hospedaran Lilith y Jonathan, pero aquello hacía feliz a mi padre y eso era suficiente para mí.

-Bueno el cuarto principal será para su padre y para mí... –empezó Lilith pero se detuvo cuando solté un gruñido–. ¿Pasa algo? –Me preguntó con frivolidad; yo la miré con molestia.

-Es sólo mi padre.

Aquella mujer rodó los ojos y posó sus manos en su cintura.

-Te guste o no, niño, tu padre y yo nos casamos, por lo cual ahora también es padre de Jonathan.

- ¡Por supuesto que no! –Grité furioso–. Es sólo mío.

-Como sea, eres un niño egoísta, por eso tendrás la habitación más pequeña.

-Pero... pero... –yo fruncí el ceño mirándola con odio.

En aquella casa había tres habitaciones, dos de ellas realmente hermosas, estaba la principal que ocupaba prácticamente todo el segundo nivel.

Lo que sobraba en el segundo nivel era la otra habitación, también era bastante amplia y al igual que la habitación principal, tenía un palco que daba hacia el bosque, tenía una vista muy hermosa en realidad... luego estaba la tercera; no era excesivamente pequeña pero tampoco era cómodamente grande, quedaba bajo las escaleras y cuando entré allí me sentí como Harry Potter... Aunque bueno, no me podía quejar, no era tan pequeña como la habitación de Harry. Qué bueno que mi papá se haya tomado la molestia de haber venido para limpiar toda la casa para que nos instalemos con comodidad, no teníamos la suficiente economía como para pagar para que alguien nos arreglara la casa, pero mi papá había luchado bastante bien para tenerla tan hermosa.

Perdido en la oscuridad (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora