Capítulo 1# - El Intruso

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Capítulo 1# — El Intruso.


Unos ruidos me hicieron despertar en medio de la noche. Abrí mis ojos de inmediato esperando ver por lo menos el techo, pero todavía el sol no alumbraba en lo más mínimo. Un escalofrió recorrió mi columna y al instante, como si fuese por una reacción, me senté en el borde de mi cama forzando la vista para poder ver qué podía utilizar como arma. Sabía que alguien había entrado y no podía cubrirme con las mantas esperando a que se fuera sin más. Mis padres no estaban y eso me convertía en el encargado de cuidar a la casa y a mi hermana.

Pasé mi mano por la mesa de noche y agarré algo cilíndrico y pequeño. Debía de ser mi desodorante en aerosol, en realidad no me importaba lo que fuera  pero necesitaba un arma y eso era lo único que estaba cerca. Me levante y tomé el desodorante con las dos manos como si fuera un bate de Baseball. Salí de mi cuarto y bajé las escaleras silenciosamente escalón por escalón hasta llegar al primer piso. Seguí escuchando el ruido y distinguí que provenía de la cocina. Vacilé y resoplé suavemente preparándome para enfrentar al intruso. Sin separar mi espalda contra la pared me dirigí a la cocina haciendo el mínimo ruido posible.

Si se trataba de un ladrón tenía que prepararme para no tener muchas expectativas de que logre vencerlo. Tal vez, con costo y si es que me llega a atacar, le rociaría mi desodorante en los ojos y con suerte lo dejaría ciego unos minutos, tiempo suficiente para agarrarlo a patadas y escupirle en la cara. Solo si mi plan perfecto llega a funcionar, claro.

El ruido se volvió a escuchar, distrayéndome de mis pensamientos, pero esta vez sólo eran pasos. La curiosidad supero el miedo que sentía. Podía estar completamente seguro de que sí no fuera porque mi hermana menor estuviera arriba durmiendo, saldría corriendo de la casa sin importar la comida que queda en el refrigerador. Al oír de nuevo los pasos mi cuerpo reaccionó mucho antes que mi cerebro y con un saltó entre en la cocina y empecé a rociar el desodorante descontroladamente y sin importar donde cayera.

Unos chillidos y gritos de dolor me sobresaltaron haciendo que retrocedieran unos cuantos pasos. Choqué contra la pared y rápidamente busqué el interruptor para prender la luz.

La tensión fue sustituida por frustración al notar que el quien había entrado era nadie más y nadie menos que mi mejor amigo, Ethan, que se encontraba con las manos cubriendo sus ojos y sus dientes apretados mientras gruñía, no se sí de rabia o de dolor.

— ¡¿ Qué carajos haces aquí?! ¡Pensé que era un ladrón!— Exclamé decepcionado de que toda la ilusión de mi plan haya sido en vano.

— ¡Estás loco Sam! — respondió tratando de levantarse torpemente sin dejar de cubrirse los ojos. A pesar de que sus manos tapaban gran parte de su cara pude notar lo roja que estaba y me sentí culpable de eso pero a la vez sabía que se lo merecía.

— ¿Estás llorando?— pregunté sosteniéndolo para que no se tambaleé.

Ethan se paró en seco y trató de contestarme tranquilamente tomando grandes bocanadas de aire.

— Tu qué crees tremendo...— no llegó a terminar su frase cuando volvió a restregar sus manos en sus ojos irritados— ¡¿Que me rociaste?!— gritó bajando las manos y cerrando los ojos con fuerza para poder presionar sus parpados.

— Mi desodorante o eso creo. — respondí asegurándome viendo la etiqueta.

Ethan trató de decir algo pero en vez de eso prefirió sentarse en la silla de la mesa de desayuno y acompañándolo tomé asiento al frente de él.

— ¿Enserio? ¿Esa es tu arma letal?— reclamó con ironía.

Fue abriendo los ojos uno por uno y cuando los abrió por completo estaban más irritados que nunca. En cada ojo un color rojo carne rodeaba su iris resaltando color celeste que tenía. Lágrimas caían intencionalmente pero ningún sollozo llegó a salir. En cambio, volvió a gritar pero esta vez se llegó a entender lo que pronunciaba y la preocupación acompañaba su grito.

AMIGOS DE LA INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora