Capítulo #8 - Sonrisas Inevitables.

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Capítulo #8 – Sonrisas Inevitables.

Megan PDV

Sabía que la idea de invitar a Hanna a una fiesta no le iba a agradar nada a Sam, es por eso que lo hice cuando él estaba distraído. La reacción de Hanna me divirtió ya que no esperaba a que esté tan emocionada, a decir verdad creí que pondría alguna excusa para no ir, por el hecho de no tener ganas de conocer a más personas, o por lo menos eso es lo que yo hubiera hecho en su caso.

Al dejar a Hanna y Sam en sus respectivos salones, Ethan y yo nos dirigimos al de artes escénicas que es uno de los muchos cursos que desgraciadamente comparto con Ethan, pero que por otra parte también Aaron está ahí lo que hace que se vuelvan una de mis clases favoritas.

Sin poder evitarlo sonreí al pensar en él y eso hizo que llamara la atención de Ethan que se encontraba a mi costado jugando con el cierre de su abrigo.

—¿Esa sonrisa es porque estás pensando en mí?— Preguntó interrumpiendo mis pensamientos.

—Sí claro, me encanta pensar en ti, es mi hobby— contesté entrando a la clase cuando él me abrió la puerta.

—El mío también...Amo pensar en mí. —Bromeó tomando asiento al costado mío.—Oh, mientras almorzábamos entré a una página que te explicaban sobre los casos más extraños del mundo y en una de esas un hombre había llamado a la policía porque su esposa...

Ethan seguía hablando pero dejé de prestarle atención cuando mi mirada posó sobre el atlético y atractivo cuerpo del chico que entraba al salón. Su cabello corto y su cuerpo musculoso hacían una perfecta combinación en él. No sólo toda la ropa le quedaba bien si no que también le resaltaban sus músculos lo que le daba muchos puntos a favor. Aaron se sentó junto a mí y en ese momento agradecí de no estar de pie ya que si fuese así sabía que me hubiera caído debido a mis temblorosas piernas.

—Hola Megan. Estás muy guapa hoy.—Me murmuró Aaron mirándome con una sonrisa pícara.

—Gracias, tú también te ves bien.— devolví el cumplido con una tonalidad extrañamente natural.

Supuse que ese sería el fin de la conversación así que me volví a ver a Ethan que se me encontraba mirando con una ceja levantada.

—Vale, entonces ¿la esposa del hombre qué hizo?— le dije a Ethan para que continuase con su historia.

—No, ni siquiera me vas a escuchar— se quejó arregostándose en su silla con los brazos cruzados.

Dios, ahora me siento mal, genial.

—Eh, no te pongas así...— comencé pero Aaron me interrumpió poniendo su mano en mi hombro para llamar mi atención.

—¿Aún no llega el profesor?— me preguntó antes de volverme hacia él.—Es extraño, casi nunca sale del salón, sólo cuando quiere ir al baño.—comentó confundido y no pude evitar contemplar sus labios mientras se movían al hablar.

—Eh...— Me quedé en blanco sin saber que responder. No era que no tuviera alguna respuesta si no que mi mente simplemente no captaba lo que sucedía y mi boca hablaba por si sola.

—Tal vez tuvo un inconveniente—agregó al notar que no decía nada.

—O tal vez se hartó de que seamos tan malos actuando— sostuve intentando de no trabarme.

¿Por qué de pronto mi lengua se sentía el doble de tamaño?

Aaron rió entre dientes y empujó un poco la silla acercándose un poco más hacia mí.

AMIGOS DE LA INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora