Capítulo 3#- El plan perfecto

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Capítulo 3#- El plan

Esto es una tortura. No puedo creer que me hagan esperar sentado en la sala de espera, es decir, sé que para eso sirven las salas de espera, pero al menos deberían darme algo con que distraerme de todos los pensamientos que me atormentan. Tengo demasiados problemas, cuando mis padres sepan que estuve por hacerlo con la hija del director me van a castrar con pinzas. Cuando lleguen a casa me darán la charla más larga e incómoda que pudiera imaginar, si es que llego sin que antes mi papá haga una vergonzosa visita al colegio para gritarme frente a todos los alumnos.

Okay, relájate Sam, tu puedes salir de esto.

¿A quién engaño? Por supuesto que no voy a salir de esto. No tengo ninguna excusa que dar, y además ¿qué podría decir si la tuviera? "Si Señor Director, he intentado realizar un indebido acto amoroso con su única hija" Creo que sería mucho mejor que mis papás me despellejen que decir eso.

Tal vez si la secretaria estuviera con audífonos y con miopía podría saltar por la ventana que da al pasillo, pero eso no resolvería nada, de igual manera llamarían a mis padres. Tengo que idear alguna gran y creíble excusa para que el director no los llame... o podría idear un plan.

— ¿Samanta Thomson? — La voz nasal de la secretaria me sobresaltó y detuvo todas las ocurrencias que se me venían en la mente. — ¿Samanta? ¿Samanta Thomson?- repitió mientras se acomodaba los anteojos circulares y paseaba la mirada por la sala vacía.

Guou, al parecer si tenía miopía.

—Es "Sam" de Samuel— Enfaticé mi nombre e inmediato ella posó su vista en mí, un poco asustada.

— ¡Ay! Perdón, no te vi querida. Ya puede pasar al despacho del director, Samy. — dijo con una sonrisa que hacía que sus arrugas destaquen en su delgado y huesudo rostro.

— Eh... gracias— respondí levantándome del asiento y acercándome al despacho notando como la secretaria no paraba de seguirme con la mirada sin quitar la perturbadora sonrisa de su rostro.

Ya dentro del despacho sentía como la acumulación de preocupación era disuelta y convertida en miedo. El director Vega estaba de espaldas mirando la ventana, sus manos estaban entralazadas detrás de él, esa posición me recordaba a mi papá cuando le llegaban las facturas de agua y luz.

Antes de que pudiera articular algún saludo educado, el director Vega suspiró con fuerza, dijo unas palabras que creo que quedaran en mi mente por el resto de mi vida.

— Cierre la puerta, Thomson.

Lo sé, esas palabras pueden no significar nada pero en realidad significan todo. Puede que la quiera cerrada para que no pueda escapar cuando me tiré su silla, o puede que la quiera de esa manera para que así la secretaria no pueda oír mis gritos de tortura cuando me castigue peor que en la época de la Santa Inquisición.

Cerré la puerta, sin antes vacilar, y tomé asiento cuando me lo pidió en una silla que daba al frente de su escritorio.

El Director siguió dándome la espalda sin decir ninguna palabra hasta que tosí un poco para llamar su atención. Vega permaneció inmóvil pero sus palabras lograban resonar por toda su oficina.

—Thomson ¿Sabe usted que ha infringido una falta grave de las normas de esta Institución? —se adelantó antes de poder responder su pregunta- ¿Sabe que ese acto de "sentimiento amoroso" que tienen los jóvenes de su edad, puede llegar a ser muy trascendental? ¿ Sabe usted que tendré que hacer algo ante ello? ¿No es cierto?— El Director dio una rápida media vuelta quedando frente a mí fulminándome con su fría e intimidante mirada.

AMIGOS DE LA INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora