12. Preguntas

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Esto era increíble.

Ahora estaba viajando en un avión, hacia Chile. Un lugar que no tenía ni la menor idea de cómo era o cómo lucía. A la vez estaba preparándome mentalmente para estar sentada durante quince horas, ya que eso tardaría el viaje con sus dos escalas. Primero llegaríamos a México y luego a Panamá.

Mi imaginación me daba imágenes de que Latinoamérica es un lugar lleno de palmeras y de gente morena.

Aunque si fuese así, me preguntaba por qué mamá era blanca, al igual que yo, si se suponía que mi padre era chileno.

Tal vez no todos eran morenos.

Para solventar el aburrimiento, me armé de mi reproductor de música—, ya que no podía usar el celular mientras estuviésemos en vuelo—, con buena música sobre todo.

— ¿Amanda?—me llamó mamá que estaba a mi lado. La miré a ella—. Tus abuelos se impresionarán al verte tan grande—me sonrió con ternura.

— ¿Ellos me conocen? —pregunté asombrada. Creí que ni sabían de mí.

—Sí, te conocieron cuando tú naciste.

— ¿Pero es cierto que nunca me quisieron, verdad?

—Sí, sí te quieren, lo que pasa es que muchas cosas se tornaron difíciles y ellos no podían cuidarte mientras yo estudiaba.

— ¿Y qué hiciste?

—Tuve que empezar a estudiar en una universidad a distancia. Era difícil, pero era muy ventajosa, ya que podía estar contigo siempre y sólo te dejaba cuando tenía que hacer examen.

—Mmm ya—dije entendiendo muchas cosas de mi vida en la vida de mi madre—. ¿Y porqué te fuiste a vivir a Londres?

Ella suspiró.

—Es una larga historia, pero hay mucho tiempo para contártela.

—Vale, gracias.

—Cuando tú ya tenías unos meses de nacida, pensé que sería menos dependiente de mí, así que por la misma universidad busqué becas disponibles para sacar mi maestría en otro país. De pasó así huir de las críticas de las personas…

— ¿Críticas? ¿Quién te criticó?

—Muchas personas que se decepcionaron de mí por haberme embarazado sin ni siquiera, haberme casado o tener un novio en vista de todos.

— ¿Y eso qué tiene?

—En ciertos lugares de Latinoamérica, las costumbres son diferentes y para esas personas el tener un hijo fuera del matrimonio es todo un sacrilegio. Además, yo siempre fui la joven estudiosa y obediente a mis padres y claro fue toda una noticia eso…

— ¡Qué tarados! —exclamé molesta.

—Bueno—se encogió de hombros—. De todos modos no pensaba en casarme, pensaba en tener un hijo cuando hubiese terminado todos mis estudios y criarlo yo sola.

La miré ceñuda.

—Pero llegó tu papá y los planes cambiaron.

— ¿Por qué así? ¿Por qué no pensar en que hubiera alguien para ti?

—Nunca creí en los hombres ¿Sabes? Ellos siempre prometen cosas que nunca cumplirán—noté como sus ojos se comenzaban a humedecer, pero ella se contenía.

— ¿Te pasó eso con papá?—le pregunté sorprendida. ¿Papá no está muerto?, me pregunté a mí misma.

—No, tu papá cambió todo eso.

Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora