21. Unión

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Caminé sola por el mismo camino donde había pasado anteriormente para ir hasta la piscina, solamente que esta vez entré a la gran cabaña de campo.

Estaba sumida en mis pensamientos, mi cabeza estaba llena de ideas y de dudas, pero mi conciencia me decía que debía de mantener mi lengua amarrada, para no cometer el error de preguntar cosas muy personales en la vida de Niall.

Era triste pensar que solamente soy la madre de su hija y nada más que eso, pero no podía hacer nada. Más bien, debía de agradecer toda mi situación actual.

Caminé un poco más entrando al vestíbulo de la cabaña, di unos cuantos pasos más y llegué a una impresionante sala.

Miré a todo alrededor, cada detalle, todos los muebles eran de madera reluciente, tenía un gran centro de entretenimiento con un televisor de muchas pulgadas de grande estilo curvo, adherido a la pared. Una hermosa chimenea, con una llama viva tan real que casi no me llegaba a creer que era una pantalla proyectando la imagen.

Todo se veía tan acogedor y tan fresco a la vista.

De pronto oigo las risas de las niñas, miro a todos lados y me las encuentro bajando las escaleras ya con sus vestidos de baño puesto.

Darcy llevaba consigo una gran bola de playa que podría jurar que era casi de su tamaño, me reí para mis adentros; a la vez Amanda, llevaba su usual asiento inflable. 

— ¿Aún no te has cambiado?—me reprendió Amanda mirándome de arriba abajo para cuando ya había llegado hasta mí.

—No—respondí de una manera distraída.

Amanda comenzó a reír, Darcy la siguió a los pocos segundos.

Las miré mal y ellas pararon de reír.

—Pues, ve arriba—inquirió Amanda.

—Papá acomodó tus maletas en la tercera habitación, yendo a la derecha—explicó Darcy—No te perderás.

Reí por lo bajo.

Tenía la idea de que ellas aún tramaban algo. Pero ellas no tenían ni la menor idea de lo que realmente pasaba.

—Gracias.

Subí las escaleras y caminé hasta la habitación que me dijeron, las chicas, así que entré a ella y cerré la puerta para tener más privacidad. Abrí mis maletas por que no sabía en cuál de ellas había empacado mi vestido de baño, hasta que en la segunda lo encontré.

Entré al baño y me cambié.

Salí a los pocos minutos del baño, con el traje de baño puesto, sólo que me daba cierta pena salir así como así. Entonces, tomé un short de mezclilla y me lo puse, junto con una blusa de tirantes de color verde agua, acompañando el conjunto con unas sandalias azules.

Salí de la habitación junto con un bloqueador contra el sol y mis lentes oscuros.

—¿Vas a chapotear en la piscina, mamá?—preguntó Amanda para cuando llegué e instalé mis cosas en una de las sillas que estaba en la cera de la orilla de la piscina.

Amanda y Darcy estaban ya en la piscina. Era de esperarse que ellas no se resistieran ni un segundo en entrar a ella.

—Quizás al rato—contesté sentándome en la silla.

—Pero hace calor—dijo Amanda con un puchero dirigido hacia mí.

—Quiero recibir un poco de sol—me excusé mientras tomaba el bloqueador y me lo empezaba a esparcir por todo el cuerpo—. De hace años no lo hago y ya parezco un fantasma. Ellas rieron.

Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora