16. Relajándose

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Al día siguiente aún seguía con mis vacaciones del trabajo, así que por los mismos motivos por los que me sentía muy estresada—ahora por encontrarme a Niall en cualquier momento y saber que tendría que hablarle sobre todo—. Decidí irme a un día completo de spa.

No es algo que haga muy frecuentemente. De hecho nunca.

Pero sentía que en algún momento debía de pensar en mí, relajarme y olvidarme de este asunto por lo menos un día.

Además el estrés, la preocupación y la frustración de un año completo aún se posaban en mis hombros.

—Hola Mandy—saludé a mi hija apenas la vi en la sala mirando la televisión.

—Hola mamá—dijo ella mirándome— ¿Cómo amaneciste?

—Aún me duele el cuello—comenté. Ella rió.

—A mi también —hizo un movimiento con el cuello, siseando un poco al sentir molestia en esa zona.

— ¿Por qué te veo como si fueras a salir?—preguntó ella observándome de arriba abajo.

—Voy a salir—confirme—. Me iré a un spa—hice una mueca—. Espero que no te incomode.

— ¡Para nada mamá!—dijo ella con una sonrisa—. Te lo mereces—asintió enérgicamente.

— Bueno—agradecí su comprensión mentalmente—. En la refrigeradora hay macarrones con queso, solo calientas en el microondas y listo—indiqué, sonreí y ella asintió.

—Vale mamá, gracias.

—Ok, pues regreso quizás a las cinco de la tarde, si pasa algo me avisas.

Ella volvió a asentir. Yo tomé mi bolso y las llaves para dedicarme a salir de mi hogar.

— ¡Mamá!—ella llamó y me volteé para prestarle atención—Un cambio de look tampoco te iría mal—aconsejó.

— ¿Un corte? ¿Un tinte? ¿Qué me aconsejas?—pregunté tomando un mechón de mi cabello. Que de hecho al mirar las puntas de este quedó confirmado que un buen corte y algo que me repare mi cabello por completo serían la mejor opción.

—Un corte—ella recomendó—. Reparación y unas luces—dijo ella hablando lentamente y al final ella hizo con su mano derecha una señal de «perfecto».

—Entonces trataré de pedirle todo eso a la estilista—hablé un poco insegura, aunque sinceramente, por cuestiones económicas no debía escatimar tanto, ya que el dinero no era uno de nuestros problemas, aunque tampoco era millonaria como para gastar a mis anchas.

—Hazlo por ti y por mí—dijo ella haciendo un puchero.

Reí al ver que me había convencido.

—Además llevas más de un año de no hacerte nada—dijo ella creyendo que no me había convencido—. Ni una buena manicura creo que te hayas hecho.

—Tienes razón, Mandy—asentí—. Tomaré algo para mí.  

—Toma todo lo que quieras, mamá.

—Gracias—la abracé—. Bueno, te cuidas Mandy—me despegué de ella y ahora sí me dediqué a irme.

Cuando llegué al spa, estaba nerviosa, porque sinceramente nunca había ido a ese tipo de lugar. Siempre era de una clase de mujer—si es que existe— que hace todo en casa. Si ocupaba una mascarilla para el cutis solamente preparaba una crema que había tomado hacía una vez la receta de esos programas que dan en las mañanas. Si ocupaba hacerme un tratamiento en el cabello solo iba a la farmacia a comprar ampolletas y listo.

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