Epílogo

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Los invitados de a poco iban llegando.

Mamá se encontraba con papá abrazada a él. Estaban sentados en una mesa blanca con sombrilla del mismo en patio con césped.

Habían colocado muchas de esas mesas por todo el gran patio.

A lo lejos podía ver a Harry sentado con Darcy—su hija— quien es dueña de un cabello largo y ondulado, tal y como su padre. Zayn sentado en una mesa esperando a su esposa y Liam saludando a Louis.

—Jazmín, ya es hora que te prepares—me apuró Sara la esposa de Zayn por cierto. Ella y yo nos habíamos grandes amigas.

—Tengo nervios—confesé, mientras aún estaba pegada a la ventana mirando el paisaje de abajo.

—Lo sé—dijo ahora Leah, la esposa de Liam —. Recuerdo que yo me comí las uñas de plástico que me habían puesto—rió la morena.

Reí con ella y decidí despegarme de la ventana después de un gran suspiro que había dado.

—Tu vestido es tan hermoso—comentó Liz, la novia de Louis.

—Gracias—me sonrojé.

— ¡Ya no la hagan hablar! —Gritó Susan la esposa de Harry—. ¡Ella se casará en menos de dos horas!

Mi corazón se paró.

¿Era yo la que se casaba?

Sí.

Todo era tan irreal.

Yo nunca en mi vida me imaginé en tal situación.

Niall y yo, desde ese momento en que nos besamos por primera vez después de quince años y confesarle a Amanda quién era su padre, de ahí comenzamos una relación muy estrecha.

Niall prácticamente vivía en nuestra y nosotras en la de él.

Eso pasó hace seis meses. Y hace tan sólo tres meses, Niall me pidió matrimonio.

Me puso muy nerviosa, y llorando le había dicho que sí.

— ¿Primero que se ponga el vestido o primero el maquillaje?—preguntó Liz a las demás. Yo sólo las miraba enmudecida con los ojos grandes, mientras ellas se debatían entre sí.

—¡Jazmín! Siéntate aquí—me pidió Susan que me sentara en el buró al frente de un gran espejo. Así que la obedecí a pesar de que mis piernas eran una gelatina.

—Bien, primero te peinaré—avisó Leah. Lo único que yo sé es que ella hace unas trenzas geniales, tiene gran habilidad para hacer cosas hermosas en el cabello.

—Está bien—acepté mirando mi reflejo en el espejo. Estaba más pálida de lo habitual—.  Apuesto que Niall está más pálido ahora.

Las chicas rieron.

—Lo más seguro—dijo Leah riendo—. Pero esa no es una buena excusa para irlo a ver.

—Recuerda que es mala suerte que el novio vea a la novia—dijo ahora Sara con voz solemne como si fuese una regla que se tiene que cumplir.

—No, no es eso—aseguré meneando la cabeza ligeramente, ya que Leah sostenía mis cabellos—. Es que él es muy pálido y ahora debe estar más—las chicas rieron ante mi comentario.

Una hora después, yo ya estaba peinada y maquillada. Las chicas me dieron mi privacidad para ponerme el vestido blanco de bodas. Pude ponérmelo fácilmente yo sola, ya que lo había escogido muy sencillo. Era blanco, como son los tradicionales, no tenía vuelos ni nada extravagante, era más bien liso, con corte de princesa al frente y un lazo blanco atrás en mi espalda baja. No tiene cola, ya que puedo llegar a ser muy torpe y no me quiero caer en mi propia boda.

Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora