18. Invitación

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— ¿Ah?—pregunté a Niall sin comprender. Lo miré con mi cabeza ladeada mientras fruncía levemente el ceño— ¿Cuál otro asunto?

—Se puede decir que es algo que no le he dicho a nadie—contestó él con voz muy bajita. Parecía apenado por lo mismo.

Me pareció extraño y me confundí.

—Pues, soy toda oídos—me crucé de brazos y le miré con atención.

—Pues, es que....—decía mientras se rascaba la nuca.  Pensando de nuevo en las palabras que tenía que decir—. Es un asunto algo complicado.

Le seguía mirando atenta, con mi mirada fija en él.

Quería saber qué era.

Pero Niall tardaba mucho. O quizás mi ansiedad era tal que hacía de la espera horas.

Tenía miedo de que me dijera algo que quizás afectara con mis sentimientos.

Solamente esperé unos instantes a que él hablara  —que fueron horas para mí, pero una voz interrumpió nuestra conversación.

— ¿Mamá?

Escuché la voz de Amanda desde lejos. Yo volteé mi mirada hacia dónde provenía su voz, al igual que Niall.

Ella venía caminando por la acera con una bolsa de compras de tela de color verde consigo. Seguramente venía del supermercado por unas compras. Amanda se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla como saludo.  

—Hola Amanda—la saludó Niall con una sonrisa, llamando la atención de ella.

—Hola señor Horan—saludó mi hija con una sonrisa, aún ella permanecía a mi lado.

—Niall—dijo él con una sonrisa, que en el fondo era una sonrisa melancólica.

Él miraba a mi hija con ternura.

—Bueno—ella sacudió la cabeza rápidamente haciendo que sus cabellos rubios cobrizos se sacudieran—. Niall—sonrió ella.

Niall correspondió a su sonrisa con una de forma ladina.

Mi hija se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Niall la abrazó no tan fuerte, aunque sus ganas de abrazarla fuertemente por ser su hija que apenas se enteraba de lo que era como tal, se denotaban.

—Estaba pensando…—dijo Niall con aire pensativo para cuando Amanda se despegó de él y volvió a mi lado —. Que por qué no van a la casa de campo con nosotros. Allá hay piscina, zona de juegos y una pequeña granja—al oír eso me sorprendí un poco, ya que no esperaba que él fuese tan hospitalario al enterarse del asunto de su hija—. No sé si les gustan las vacas—rió.

Yo también reí.

Cuando Niall y yo estábamos juntos, hace más de quince años, más de una vez me había comentado que quería una casa de campo en donde hubiese un granero o establo. Él quería una vaca como mascota. Es algo loco, pero Niall es así.

Yo le decía que yo quería un caballo pony porque siempre desde niña deseé tener uno. Pero claro son algo imposible de tener, con costos tenía un gato.

—También hay un pony—dijo él sonriente. Noté como me miraba por el rabillo del ojo.

Miré a Niall sorprendida.

¿Se habría acordado…?

— ¿Tienes una vaca y un pony?—preguntó Amanda con el ceño fruncido.

—Sí—dijo Niall riendo—. La vaca es como de esas que salen en los anuncios de los chocolates Milka, se llama Molly—dijo él divertido y riendo a la vez—. Y el pony se llama Ariel.

Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora