Suspirando largo y pesado, JungKook apagó el motor del auto y bajó estirando sus brazos, buscando disminuir la tensión en sus hombros.
Puesto que estaban en pleno invierno, el sol aún no estaba en lo alto; apenas unos rayos de luz se asomaban por el horizonte.
Él se detuvo un momento a verlos.
Cuando estuvo frente a la puerta del pequeño departamento que compartía con YoonGi y los niños, suspiró de nuevo. Decidió borrar cualquier pensamiento innecesario y entró, andando con sigilo y cuidando sus pasos, esperando encontrarse con todos ellos dormidos.
Para su sorpresa, no fue así.
Dentro de la sala, más allá del recibidor, YoonGi estaba sentado. En el sofá, con apenas una lámpara como iluminación y sus lentes cayendo sobre el puente de su nariz, él estaba leyendo con una expresión tan serena que contagió paz a JungKook.
Dejando su chaqueta y zapatos atrás, JungKook avanzó hacia donde su esposo estaba.
YoonGi alzó la vista cuando él cayó a su lado en el sofá.
—¿Qué haces despierto? —preguntó JungKook.
YoonGi sonrió.
—Bienvenido.
Él compartió su sonrisa, sólo que la suya tenía un deje de cansancio reflejado.
—Sí, perdón —dijo, riendo. Alargó el brazo y acarició el muslo de YoonGi con parsimonia—. Hola, ¿cómo estás, amor de mi vida, razón de mi ser?
YoonGi cerró el libro y lo dejó a un lado, aunque riendo por las ocurrencias del otro. Quitó sus lentes y se acomodó en el sofá. Arrimándose hacia JungKook, le dio un simple pero prolongado beso en los labios.
JungKook cerró los ojos, dejándose hacer por los mimos de su esposo. Y entre beso y beso, sus manos terminaron subiendo por la espalda de YoonGi, debajo de su suéter, mientras éste se acomodaba a gusto sobre los muslos de su pareja.
YoonGi rompió el beso para recorrer un poco más, acariciando con lentitud el cuello y la línea de la mandíbula de JungKook.
—No respondiste —JungKook dijo, con sus ojos cerrados—. ¿Qué hacías despierto?
YoonGi se detuvo y lo miró.
—Simplemente desperté y no pude volver a dormirme, así que pensé en esperarte. ¿Hay algún problema con ello?
—No. No lo hay.
—¿Entonces?
JungKook abrió los ojos con dificultad. Sentía los párpados pesados como rocas.
—Es sólo que quiero llegar a casa, desvestirme, ir directo a la cama y acurrucarme contigo. No puedo ejecutar correctamente mi plan si me falta el pilar más importante. Me niego a dormir en una cama fría y vacía.
YoonGi apresó la cara de JungKook entre sus manos y lo besó. Su frente quedando con la suya, simplemente ellos respirando el aire del otro.
—¿Y acaso crees que yo lo tengo fácil? —YoonGi se paró y lo tomó de la mano, obligándolo a pararse también—. Ven, vamos a la cama.
JungKook asintió, dejándose llevar por la mano ajena.