Sabía que debía guardar la calma. JungKook pensó detenidamente unos momentos, sus ojos fijos, centrados en sus manos enredadas entre sí, sudorosas y temblando; reflejando su inquietud. Respiró profundo, con una dureza casi sofocante. Calma. Continuó repitiéndose.Él debía estar tranquilo.
El problema era que él no debía estar ahí. Se suponía que él esté al lado de YoonGi en este momento, sujetando su mano, acariciando su cabello, asegurándole que todo estaba en orden... Intentó alejar el pensamiento, pero falló. Su respiración volvió a ser intranquila.
Alzó la vista hacia el largo del pasillo; blanco. Todo tan blanco y silencioso. Lo ponía más incómodo, si es que realmente podía estarlo más. Suspiró, la irregularidad le estaba dando dolor de cabeza. Forzándose a respirar con normalidad, JungKook echó la cabeza hacia atrás en la silla. Él se perdió en lo brillante del techo.
Tenía cierta sensación de desconsuelo. Aquella molestia que le picaba en el pecho y le escocía los ojos. No se sentía nervioso. Definitivamente, no eran nervios. O quizá sí, pero no parecía ser realmente el caso. Más bien era algo de miedo, inseguridad y una mezcla de ansiedad, emoción, todas juntas volándole la cabeza, haciéndolo sufrir.
Todavía no decidía si era un buen o un mal sufrimiento. Podría deducirlo en todo el tiempo que debía esperar ahí. Una hora, había dicho el doctor. Tal vez menos.
Tal vez menos.
El aire se le atascó en la garganta.
Oh por dios, oh por dios, oh por dios.
Esto realmente estaba pasando.
—¡JungKook!
JungKook se sobresaltó, su corazón desesperado casi saliéndose de su pecho. Él volteó lentamente hacia el eco de la voz, encontrándose con el par de hermanos Kim. Su voz no salió, su boca se abrió, balbuceando palabras mudas.
TaeHyung corrió hacia él. Antes de que JungKook realmente pudiera decir algo, cayó en cuenta de que se había levantado y TaeHyung había saltado a abrazarlo, rodeándolo con sus brazos, riéndose en los oídos de JungKook como si hubiese oído la mejor broma que alguna vez le habían contado.
Por un momento, JungKook creyó que se había quedado sordo. Por algún extraño motivo, el mundo se silenció, y allí sólo él y TaeHyung eran testigos de lo que pasaba alrededor. JungKook subió sus brazos temblorosos y envolvió a su mejor amigo. Él se aferró a TaeHyung.
Con esa risa escandalosa, TaeHyung se separó de él y atrapó la cara de JungKook entre sus manos. Lo miró fijo, con sus ojos brillantes de emoción y una enorme sonrisa en el rostro.
—¡Respira! —dijo con gracia, y limpió una lágrima que amenazaba con escapar de los oscuros ojos de JungKook.
JungKook sintió todo el aire drenarse de su cuerpo en una risa ansiosa. Su pecho subiendo y bajando rápidamente, la extraña sensación en la boca de su estómago creciendo y subiendo por toda su tráquea.
—Sí —balbuceó, su voz ahogada y baja. Respiró con fuerza y la alzó—: Sí, sí. ¡Sí! —sonrió, con una blanca hilera de dientes—. ¡Estoy respirando!
TaeHyung acarició sus mejillas.
—¡Bien! —lo palmeó sin mucha fuerza. Él murmuró, con una serena expresión—: Tu esposo y tu hija te necesitan, amigo. Tienes que estar ahí para darle la bienvenida con los brazos abiertos.
JungKook sacudió la cabeza. Un suspiro ansioso salió de él.
SeokJin se aclaró la garganta.