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—Y entonces —TaeHyung comentó, con su voz chillando y su risa siendo escándalosa—, este chico, JiMin, tropezó y rompió la camisa de la profesora. ¡Todos le vimos el sostén! Y ahora él está suspendido hasta la próxima semana.

JungKook asintió, aunque sin oírlo realmente. Al menos los gritos de su amigo habían conseguido despertarlo un poco.

—En verdad me sentí mal por él. En el recreo lo vi llorando, creo que es muy tímido y esto le afectó demasiado. —TaeHyung paró, frente a JungKook—. Pero, en fin. Jin va a estar muy feliz de verte. Él dice que hace mucho que no vas y que te extraña.

JungKook sintió el color subirle a la cara. Sus manos temblaron al sentir el repentino latir desesperado de su corazón.

—¿Él d-dijo eso?

TaeHyung asintió, eufórico.

—Vamos —dijo y tiró de la mano de su amigo para que corriera con él.

Para suerte del chico, la casa de TaeHyung no estaba tan lejos y apenas habían sido dos cuadras de carrera. Aún así, fue inevitable no llegar sudado, sonrojado y jadeando.

Se sonrojó aún más al pensar que SeokJin lo vería así, todo desarreglado. Así que, cuando TaeHyung entró, indiferente a su desordenado cabello, JungKook arregló el suyo propio, además de su ropa y el sudor de su frente.

El chico gritó:

—¡Volví! ¡Y traje a Kookie conmigo!

Nadie respondió.

TaeHyung se encogió de hombros.

—Quizá todavía no volvieron.

La puerta detrás de ellos sonó. El corazón de JungKook saltó. Sin embargo, él volteó.

—¡Jin! —gritó TaeHyung, corriendo hacia la entrada y hacia los brazos de su hermano.

Kim SeokJin era el nombre del hermano mayor de TaeHyung. JungKook lo conoció durante la primaria, cuando Tae y él tenían diez años, y SeokJin tenía trece.

Había sido su primer amor desde entonces.

SeokJin se separó de su hermano, acariciando su cabello y reprendiéndolo por tan sorpresiva bienvenida. Él miró más allá y vio a JungKook.

JungKook se sintió derretir en su lugar cuando él le sonrió.

—¡JungKookie! —dijo, caminando hacia él. Pasó su brazo por sus hombros. JungKook quería morir—. ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no te veíamos por aquí. Tae ha estado demasiado distraído estos días y se le ha pasado invitarte.

Él no respondió. Sus labios temblando y su mente buscando las palabras correctas que decir.

Alguien se aclaró la garganta.

Todos voltearon.

—Con permiso —dijo un chico de cabello negro. Su voz era tan ronca y rasposa que erizó el cabello de ambos pre adolescentes en la sala—. Buenas tardes.

SeokJin aplaudió.

JungKook entendió de dónde había sacado el hábito TaeHyung.

—Niños —Jin dijo—, éste es YoonGi. YoonGi, éstos son los niños.

—¡No somos niños! —TaeHyung gritó.

En silencio, JungKook asintió, dándole la razón a su amigo. No quería que el chico mayor pensara en él como un niño. ¡Ya tenía trece años!

SeokJin rió.

—Perdón entonces. YoonGi, éste de aquí —apoyó sus manos sobre los hombros de su hermano— es TaeHyungie, mi hermanito. Ya te he hablado de él. Y ése es JungKookie. Es un amigo de TaeHyung.

—Hola —el chico dijo, simplemente.

JungKook lo saludó con la mano. Por algún motivo, el chico ése le hacia sentir más cohibido de lo que acostumbraba a ser.

—YoonGi es un estudiante de un curso menor. Está aquí por tutoría —SeokJin comenzó a explicar—. Así que lo verán muy seguido por aquí, sean amables y no hagan mucho ruido.

Y entonces, ambos se habían adentrado a la casa y comenzaron a subir la escalera hacia la habitación de SeokJin.

TaeHyung y él quedaron solos, en silencio.

TaeHyung habló:

—Su voz suena tan profunda como gritar en un pozo de agua.

JungKook le dio la razón.

—Es muy linda.

TaeHyung lo miró. Su ceño estaba fruncido.

—No es linda. Es aterradora.

¡Jeon Min por dos! »kgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora