03

11.3K 1.3K 326
                                    


Con un par de pequeños brazos envueltos alrededor de su cuello y una cabecita recostada en su pecho, JungKook contuvo una risa y dijo:

—Eunnie, si sigues colgándote de mi cuello no podré terminar de leer. Y eso sólo si no me matas.

Ella lo ignoró y se echó hacia adelante, dándole una sonrisita traviesa y un beso en la mejilla.

JungKook suspiró.

—Está bien, lo dejaré pasar sólo por eso.

Sentado en sus piernas, dormitando y con la cabeza oculta, Seongjin alzó la vista y lo miró. Sus grandes ojos marrones recorriendo cada parte del rostro de su papá.

—Papi —dijo, estirando su pequeña mano hacia la cara de JungKook.

Con una sonrisa, él buscó la caricia de su bebé y sus ojos estuvieron en él.

—¿Qué pasa?

SeongJin le metió un dedo en la nariz.

EunJi rió desde atrás.

—¡Qué asco!

—No deberías hacer eso, Jinnie. —JungKook rió, alejando al dedo invasor de su rostro—. Tienes suerte de que lo hiciste con papi, porque papá te hubiese arrojado al otro extremo de la habitación. —Bajo sus manos, SeongJin se deshizo en risas agudas y escandalosas—. Es broma, ambos sabemos que él podría arrojarme a mí por siquiera suponer algo como eso.

Los tres clavaron la vista al frente cuando la cerradura de la sala sonó. EunJi se levantó y corrió hacia la puerta. Su hermano se quedó recostado sobre las piernas de JungKook.

Cuando YoonGi entró, abrigado hasta la médula y con la nariz roja, EunJi saltó sobre él. Su voz tan alta agitó a los dos atrás; a YoonGi no pareció aturdirlo, ya que sólo le sonrió y la recibió en su brazos.

—Buenas tardes, papá —dijo JungKook.

YoonGi lo miró, maniobrando entre no dejar caer a su niña y quitarse el abrigo y los zapatos.

—Buenas tardes —saludó, agitándose y haciendo ruiditos agudos por los escalofríos que traía de afuera—. Dios, casi muero congelado. ¿Qué hacen en el piso?

SeongJin señaló el libro que habían dejado olvidado a un lado.

—Leíamos —respondió JungKook—. O bueno, hacíamos el intento.

—¿Lo hacían?

SeongJin estiró ambos brazos al frente al ver a YoonGi acercarse hacia ellos. Él lo cargó.

—Eunnie —YoonGi dijo, llamando la atención de la niña—. Si ya no van a leer, ¿serías tan amable de guardar el libro donde corresponde?

Ella asintió en pose militar y corrió hasta tomar el libro infantil en sus manos. Despareció por el pasillo en dirección a la habitación que compartía con su hermano todavía corriendo.

YoonGi se paró con su bebé en brazos. JungKook le siguió.

—¿Por qué han pasado más de cinco minutos desde que entraste y yo aún no he tenido un beso?

—¿Porque mis hijos tienen mayor prioridad que tú?

JungKook fingió un gesto de dolor.

—¿Es así? —dijo—. Entonces ellos son mis rivales. Ya no confiaré ciegamente en sus besos, abrazos y dibujos llenos de corazones y un yo de palitos.

YoonGi rió y se acercó a él. Le dio un corto beso en los labios.

—Idiota —dijo, pero todavía reía.

—Pero te encanta.

YoonGi lo golpeó en el hombro.

—He aprendido a tolerarlo.

JungKook volvió a besarlo.

—¿Sabes? Sigo esperando mi «Buenas tardes, papi» —susurró, cerca de su oído. La cara de su esposo se tornó de un tierno y leve color carmín.

SeongJin dijo:

—Bumas tades, papi.

JungKook lo miró. YoonGi comenzó a reír de una forma muy escandalosa.

—Ahí lo tienes —dijo, alejándose de él y caminando través de la sala.

Él los vio a ambos alejarse por el pasillo.

—No es lo que esperaba, pero estoy satisfecho.



¡Jeon Min por dos! »kgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora