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—Quiero un bebé —soltó TaeHyung de la nada, mirando fijamente a SeongJin sentado en su regazo. El pequeño jugaba distraídamente con el celular de TaeHyung.

JungKook se ahogó con su malteada. Él se deshizo en ásperos tosidos al sentir el líquido subirle hasta la nariz.

Tomó una larga y necesaria bocanada de aire.

—Perdón, ¿qué?

—Lo que escuchaste. Quiero tener un bebé —repitió. Su expresión era bastante tranquila para la magnitud de sus palabras.

Por algún motivo, JungKook miró hacia todos lados, como si alguien estuviera espiándolos. Luego sólo se quedó mirando a TaeHyung, fijo y con una expresión que iba desde la sorpresa hasta la confusión.

—¿Por qué? —preguntó con las cejas enarcadas. Siendo un orgulloso padre de dos, no entendía por qué alguien querría tener hijos intencionalmente.

Ellos sólo llegaban sin previo aviso.

TaeHyung soltó el aire en algo que pareció ser una risa.

—¿Por qué? —dijo con ironía—. ¿Y por qué no?

SeongJin se metió el celular en la boca. JungKook lo señaló, dejando en claro su punto.

—Es sólo un celular. Déjalo jugar tranquilo —TaeHyung dijo con desinterés, manteniendo su postura altanera y un semblante relajado.

—Para tener niños no sólo basta con querer tenerlos —JungKook recalcó, volviendo a tomar de la pajilla de su malteada—. Además, eres joven todavía —añadió, unos sorbos después.

—No quiero oír eso de ti. ¡Tú eras menor de edad cuando tuviste a tu primer hija! —Antes de que JungKook pudiera refutar, TaeHyung continuó—: Tengo veinticuatro años, una edad perfecta para tener un bebé; tengo dinero, salud y una relación estable de… —él se detuvo un momento, pensando—. ¿Hace cuánto salgo con NamJoon?

El silencio cayó sobre ambos.

—Yo ya salía con YoonGi —murmuró JungKook, inseguro.

TaeHyung parpadeó.

—¿Hace cuánto sales con YoonGi?

Otro silencio. Ambos se miraron, la confusión más que presente en el rostro de los dos. SeongJin frunció su ceño al ver la cara de ambos hombres.

—Yo tenía quince —habló finalmente JungKook—. ¿No?

—¿Cómo pretendes que lo sepa?

Chasqueando los dedos, JungKook se echó hacia atrás en su silla. Él sonrió.

—Nueve años —dijo.

—¿Tú y YoonGi o Nam y yo?

—YoonGi y yo.

TaeHyung giró su cabeza hacia un lado. Apretando ambos brazos en la pequeña cintura de SeongJin, él dijo:

—¿De novios?

—De novios —asintió—. Once de conocernos, seis de prometidos y cinco de papás —JungKook puntualizó. Mirando a SeongJin, rió—: Dos de ellos, de papás de un pequeño terremoto.

Con indignación fingida, TaeHyung tapó los oídos del niño.

—¿Acabas de llamar desastre natural a tu hijo?

—¿No es eso lo que los hijos son?

TaeHyung se aclaró la garganta.

—Como sea. —Sus manos soltaron las orejas de SeongJin y acariciaron su corto y oscuro cabello—. Ellos son lindos, amorosos y compañeros de vida. Tienen interés por conocer el mundo y sus risitas ablandan mi corazón. Además, Joonie luce tan feliz cuando SeongJin está con nosotros y se ven tan bien con él en brazos que a veces desearía robármelo e irme lejos sin que YoonGi y tú lo sepan.

JungKook lo miró con una galleta a medio comer en su boca.

—Gracias, ahora sé que no debo dejarlo contigo —dijo, con las mejillas llenas de comida.

TaeHyung se estiró y limpió los restos en la comisura de sus labios.

—No te preocupes, no lo haré. Robar niños es ilegal.

JungKook rió.

—Gracias a Dios que lo es. Sino…

Un estruendoso sonido obligó a ambos a llevar la mirada hacia el fondo de la cafetería.

Con un sobresalto, JungKook observó a su pequeña hija de cinco años parada, con sus manos alzadas y sus ojos cerrados.

TaeHyung pudo ver, casi en cámara lenta, cómo su amigo palidecía y el alma se le salía del cuerpo al ver a Jeon Eun Ji a un lado de un enorme televisor de pantalla plana, tirado en el suelo, al costado de ella.

Ella se tapó la boca con ambas manos.

JungKook murmuró:

—YoonGi va a matarme.


¡Jeon Min por dos! »kgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora