JungKook jadeó, buscando con desesperación llenar sus pulmones de aire. Las arcadas desde el fondo de su garganta se hicieron más frecuentes, su estómago contrayéndose con fiereza y su incapacidad de retener la cena volviéndolo loco.HyukJae, un oficial de mayor rango, acarició la espalda de JungKook mientra él se apoyaba sobre sus rodillas. Sus extremidades temblaban y sus músculos tenían un palpitar insoportable. Cada parte de su cuerpo ardía y el calor, aún creciente, sólo empeoraba el malestar.
—¿Qué haré contigo, Jeon? —preguntó el hombre, todavía acariciando su espalda.
JungKook alzó la vista apenas un segundo, observando al resto del grupo varios metros adelante.
La sensación del ácido estomacal subiendo hacia su pecho le devolvió la mirada al piso.
Él lo intentó. Intentó retenerlo.
HyukJae suspiró, alejándose de él y dándole su espacio para que pudiera descargar su estómago sin mucho problema.
Cuando lo oyó tocer y jadear, volvió a hablarle:
—Deberías dejarlo —dijo con voz dura—. Si es demasiado intenso para tu cuerpo, entonces deberías simplemente dejarlo. Nadie quiere confiar su seguridad a una persona ineficaz.
JungKook tomó una larga respiración; él escupió los restos de mal gusto de su boca.
—¡No! —gritó, las palabras sonando roncas—. No… No puedo. No. Yo… —él dudó—. Yo tengo una hija. No puedo dejarlo.
El hombre lo miró desde la cabeza a los píes, analizándolo en silencio. Su mirada, tanto como su postura, era severa.
—¿Qué edad tiene?
JungKook lo miró, su frente estaba empapada de sudor y sus ojos cansados.
—Dos años, señor —respondió, con dificultad.
—¿Y tú?
—Veintiuno.
Un silencio se hizo.
—Deberías haberlo pensado dos veces entonces —HyukJae dijo—, antes de asumir una responsabilidad como ésa a los diecinueve años.
JungKook tragó con fuerza.
—Yo puedo cuidar de ella.
HyukJae volteó. Él comenzó a caminar, aún si JungKook continuaba esforzándose por respirar y no caer.
—Si no apruebas, no te gradúas. Si no te gradúas, no trabajas. ¿Cómo piensas sacar adelante a una pequeña, si ni siquiera puedes terminar tu entrenamiento? —fue lo último que había dicho.
Él dejó a JungKook allí, observando su espalda alejarse.
Con un último y desesperado intento de regular su respiración, JungKook dio un paso al frente. Luego otro.
Y otro.
Retomó su trote, viendo los hombros de su superior alejarse todavía más.
Y apenas unos pasos después, JungKook ya no fue consciente de su cuerpo; sólo del oscuro color negro que se envolvía a través de sus ojos.
Sin tiempo a llamarlo por su nombre, él simplemente colapsó.