YoonGi se apoyó sobre el costado de la puerta, analizando de arriba a abajo la alta figura frente a él. Increíble. Jodidamente increíble.—¿De verdad?
NamJoon se encogió de hombros.
—Él dijo que tenía que hacer algo —habló—. Me pidió que viniera y no pude negarme.
—¿Y TaeHyung?
—No está aquí. Viajó a Italia para una sesión de fotos.
YoonGi suspiró, conteniendo la irritación que se formaba en su pecho y los insultos que antes no había podido decir. EunJi estaba mirando la televisión y SeongJin jugaba con algunos animales de felpa sentado en el suelo, detrás de él. No podía darse el lujo de insultar. No con los niños allí.
Hastiado, se pasó la mano por la cara.
—No estoy pidiendo que venga, me bese y diga que me ama y que todo está bien entre ambos —YoonGi espetó, las palabras sonando más duras de lo que había pensado—. Sólo le pedí que busque a los niños antes de que me vaya a trabajar. Esto es muy infantil de su parte.
Los ojos de NamJoon recorrieron todo el exterior de la casa y parte de la calle antes de volver a posarse sobre los de su amigo. Estaba algo incómodo con la situación, siendo que había acabado en medio. Él estaba de acuerdo con YoonGi, pero no estaba de ánimos para discutir con un terco, enfadado y deprimido Jeon, así que sólo le siguió la corriente.
Y ahí estaba.
Además, luego tendría que lidiar con los berrinches de TaeHyung por no haber brindado consuelo a su mejor amigo en su ausencia. La sola idea le molestó.
—Lo sé —dijo NamJoon, resoplando—. Pero es mejor así. No sería bueno para los niños notar la tensión entre ambos, en mi opinión.
YoonGi dejó caer la mirada, abatido. Simplemente añadió:
—¿Estarán contigo?
NamJoon asintió, pero no entró en detalles.
—No los romperé, si es lo que te preocupa.
No pudo evitar sonreír al oír la risita ahogada de YoonGi. Él alzó la vista y lo miró, ahora sonriendo.
—Sorprendentemente confío en que no lo harás —dijo YoonGi—. Jin estará feliz de verte.
Un cómodo silencio se hizo entre los dos.
NamJoon dio un paso adelante y lo abrazó.
Hundiendo la cara en el hueco de su cuello, YoonGi se dejó hacer. Su respiración oyéndose entrecortada y sus ojos brillando sospechosamente quizá lo habían delatado.
—Déjalo pensar —NamJoon susurró en su oído—. Él no conoce otra cosa que no sea estar contigo. Su reacción es natural.
YoonGi exhaló. NamJoon continuó:
—Por favor, no pienses que lo estoy justificando. Sólo… sólo déjalo enfriar su cabeza. Consideralo un descanso de sus cursilerías —rió.
—Ése es el problema —YoonGi murmuró sobre su cuello—. Que yo no quiero un descanso.