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—¿Qué se supone que haces? —YoonGi preguntó, viendo a su esposo sentado detrás de un escritorio con su inmaculada camisa y cabello bien peinado.

JungKook alzó la vista con una brillante sonrisa en el rostro, mas sus ojos cansados lo delataban.

—¡Yoonie, cariño! Qué gusto verte por aquí. Hace mucho tiempo que no venías. —Él se paró, rodeando el escritorio y atrapando a YoonGi entre sus brazos. Sus hombros se sentían tensionados mientras JungKook respiraba con calma el olor de su pelo—. Te extrañé muchísimo. ¿Por qué no trajiste a Eunnie contigo?

YoonGi lo empujó. Él casi se tragó la confusión en los ojos de JungKook. Casi.

—Sabes porque estoy aquí.

JungKook llevó su mano a su pecho y lo sostuvo con fuerza, fingiendo dolor.

—Para rechazarme, tal parece.

—No juegues conmigo. —YoonGi dijo. Volvió a dar un paso al frente y lo empujó una vez más, aunque con menos fuerza—. Tu estúpido mejor amigo me dice que tuviste un maldito colapso y vengo y te veo ahí, sentado detrás de una jodida silla. ¿Qué mierda estás haciendo?

JungKook exhaló con pesadez. Toda su postura luciendo rígida mientras su mandíbula se tensaba.

—Sirvo a tareas administrativas mientras tengo una baja en el campo físico. Es temporal.

YoonGi lo miró con incredulidad. Una risita irónica sonó desde el fondo de su garganta.

—¿Colapsaste?

Él no respondió.

—JungKook.

—Reprobé el examen físico —JungKook dijo—. Dos veces. Si no puedo estar en acción, al menos aquí necesito ser útil.

—Tienes que descansar.

—No puedo.

El silencio cayó sobre ambos. La respiración de JungKook se oía con dificultad mientras la tranquila de su esposo se mantenía así, impasible.

El ceño fruncido y la mirada dura de YoonGi era difícil de pasar por alto. Él siempre había tenido esa facilidad para lucir amenazador e imponente.

JungKook odiaba que lo mirara así, lo hacía sentir como un niño regañado.

—¿No puedes?

JungKook negó, en silencio.

—¿Entonces? —YoonGi lo golpeó en el hombro—. ¿Qué harás?

—No me golpees.

YoonGi volvió a golpearlo.

—¿O qué? ¿Me vas a pegar? —él rió—. ¿Acaso te afecta? Tu cuerpo está al límite y tú sigues actuando como un estúpido, forzándolo a más. —Otro golpe—. Al parecer, según tú, eres irrompible. Si perder el conocimiento no fue suficiente para pararte, ¿por qué mis golpes lo serían? Si son apenas un soplido a comparación de todo lo demás.

Con un músculo palpitando en su mandíbula, JungKook apresó sus muñecas.

—Tus manos no son pequeñas, amor. Tus golpes no son a penas un soplido. Son más como navajazos.

YoonGi se removió bajo su agarre.

—Suéltame. No me toques.

—Estás siendo muy injusto conmigo ahora mismo.

Apretando aún los puños, YoonGi forcejeó con más fuerza. Sus brazos y labios estaban temblando.

En algún momento, él cayó sobre el pecho de JungKook.

—Estás comportándote como un completo estúpido —YoonGi balbuceó, sus palabras se ahogaban en la camisa de él—. ¿Acaso tienes que morirte para entender que te estás haciendo daño?

JungKook lo soltó.

Tan rápido como fue liberado del agarre, YoonGi se aferró a la cintura de su pareja y hundió más la cara en su pecho, como si quisiese dejarse la vida en ello.

Él parecía querer estar seguro de que JungKook estaba ahí, con él.

—Perdón. —JungKook lo encerró en un abrazo y lo oyó suspirar entrecortado—. No quería preocuparte.

—Entonces lo estás haciendo terriblemente mal —YoonGi respondió, después de un largo momento de silencio. El temblor en sus hombros no se aplacó, por el contrario, empeoró.

Con mucho cuidado, los brazos que lo apresaban se apretaron más. Él sintió los besos de JungKook en su cabeza y las caricias de sus manos en su espalda.

YoonGi todavía quería golpearlo, pero también quería cuidarlo. Ahora más que nunca quería volver a casa de su mano, pasar la tarde juntos y mimarlo, en compañía de su pequeña bebé. Sólo ellos dos y su hija.

Su bebé. De ellos.

En voz muy baja, él murmuró:

—¿Hicimos mal en dejarla nacer?

Sintió el pecho de JungKook agitarse, claramente incómodo. Su respiración se calmó, pero su cuerpo estaba todavía rígido.

—¿Por qué preguntarías eso? —JungKook susurró, en un hilo de voz.

YoonGi guardó silencio. Sus palabras murieron dentro suyo mientras él buscó acoplarse aún más en el abrazo de su pareja. Estando junto a él, no quería pensar en nada más.

JungKook levantó su mentón. Él vio la mirada que YoonGi intentaba ocultar.

—No hicimos mal —dijo con firmeza en la voz—. Ni siquiera pienses en ello.

Mirando a sus labios, YoonGi asintió.

—Dame un beso —le pidió, haciendo un puchero. Él apoyó la barbilla en el pecho de JungKook, a la espera de sus mimos.

JungKook rió.

—¿Mi bebé quiere beso? —Antes de que YoonGi pudiera volver a golpearlo, él se inclinó y le dio un beso rápido—. Ya, no me mates.

Separándose, YoonGi apoyó un dedo sobre sus labios.

—Quiero un beso de verdad.



¡Jeon Min por dos! »kgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora