40. Thirlwall-Edwards

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Capítulo Final

Narrador

Tres días se fueron como agua, los nervios fueron cambiando a una lluvia de emociones indescriptible. Todos se reúnen para el momento más importante en las vidas de Perrie y Jade. Hoy, el precioso jardín que fue cuidado por las manos de la rubia, luce cientos de flores de colores, sencillas sillas blancas y un camino de flores perfectamente acomodadas.

La casa se ha dividido, la planta alta es para Perrie y la baja de Jade. Jesy se encarga de ayudar a Jade a contener su ataque de pánico y a peinarse por primera y única vez mientras que Leigh maquilla a la nunca fácil de controlar Perrie. Dos dramas en la misma casa, uno más fácil de terminar que el otro.

- Jade, deja de sacudir las manos, ¡arruinarás la trenza! - regaña Jesy conservando su poca paciencia.

- Lo siento, no puedo evitarlo...

- Pues inténtalo. Perrie va a decir "acepto" antes de que siquiera se lo pregunten. No tienes por qué pensar en lo contrario.

- Es solo un temor irracional, como el tuyo con los emparedados.

-  No diré nada, por hoy. Dentro de dos semanas ajustaré cuentas contigo.

Mientras ellas discuten "pacíficamente", Leigh toma fotos de Perrie.

- En serio que jamás me había quedado tan bien un maquillaje, pero era de esperarse, tú eres como una linda y delicada muñeca de porcelana. - Leigh abraza a su amiga con emoción por enésima vez.

- Me alegro tanto de que pudieras venir... 

- Tenía que venir a ser tu dama de honor, solo era tu boda la que faltaba. 

- Bueno, ahora esos compromisos de secundaria están cumplidos, ahora tengo que ser nombrada madrina de esa criatura hermosa. - Perrie señala a la bebé de Leigh que yace profundamente dormida.

- Ya sabes que tú y Jade son la única opción, y Rose las adora a ambas.

1 hora más tarde las manos de Jade y Perrie se mantienen firmemente entrelazadas, a la espera de la pregunta que tanto han querido responder. Jesy llora, los padres de Jade se mantienen en el filo de sus asientos, Carl le insiste a su novio sobre tomar partes de la decoración que se eligió para su propia boda, Leigh abraza a su madre mientras esta llora.

- Ahora, Jade, ¿aceptas a Perrie Louise Edwards Hogg como tu esposa? 

- Acepto, claro que sí. - las mejores amigas ahogan un grito.

- Y Perrie, ¿aceptas a Jade Amelia Thirlwall Badwi como tu esposa?

- Acepto. - responde la rubia sonrojándose al instante bajo la mirada de la castaña.

- Bien, ahora para concluir, los votos. ¿Quién quiere empezar? - el ministro hace la pregunta solo para ellas.

Perrie le da un apretón a Jade para que ella lo haga primero. Se sonríen y Jade olvida por completo lo que había escrito cientos de veces, pero no se preocupa.

- Si soy honesta, normalmente soy un desastre con las palabras en este tipo de momentos pero verte frente a mí hace todo distinto... Pezz, mi princesa, hay cientos de cosas que me encantaría decirte, pero me llevaría toda la vida darles la forma indicada. Sabes perfecto lo mucho que te amo, que por ti he hecho las cosas más estúpidas y que con gusto daría mi vida para borrar todo lo malo que has vivido y, desafortunadamente, llegarás a vivir. Hace 5 meses una nueva prueba apareció e intentó separarnos, hoy estamos aquí paradas, con gente que amamos, volviéndonos una sola y es por eso que en este hermoso día reafirmo lo que alguna vez te prometí, te voy a cuidar, te voy a hacer feliz y te voy a dar todo lo que mereces aunque me cueste la vida. 

Perrie contiene las lágrimas todo lo que puede y toma de nuevo las manos de Jade.

- Bien, señorita Edwards, por favor...

- Estas últimas semanas recordé que nunca te he agradecido por lo que hiciste por mí, y no me refiero a amarme, sino a haberme salvado la vida. Tu eres la razón por la que quise mejorar, eres la persona que me miro como la chica asustada y lastimada que era, no como una paciente más. Me mostraste el cariño que tanta falta me hacía, me diste luz cuando todo lo que había en mí era oscuridad. Te olvidaste de los prejuicios, te dejaron de importar las consecuencias, simplemente hiciste lo que tu corazón te dijo. Estuviste dispuesta a sacrificar tu felicidad por la mía, te apartaste aunque eso te destruyó y jamás perdiste la esperanza, me perdonaste después de haberme portado como una completa idiota. Jade, gracias por haberte quedado, por haberte ido y por haber vuelto, gracias por sanarme, gracias por ser tan necia, gracias por salvarme, gracias por haberme demostrado que existen personas en las cuales confiar. Gracias por todo.

- Entonces no queda nada más para postergar el momento, damas y caballeros les presento a las señoras Thirlwall-Edwards

Jade, sin pensárselo dos veces, toma a Perrie de la cintura y la besa por primera vez en el día y por primera vez como su esposa. Los aplausos y las felicitaciones rodean a las dos felices mujeres haciendo de este uno de sus mejores días. 

- Entonces, señora Perrie Thirlwall-Edwards, ¿quiere bailar? - propone coqueta la castaña cuando se despeja su camino.

- Nada me haría más feliz, esposa.

- Ven aquí, preciosa...

***

La verdad es que me quedó mejor de lo que pensé. ¿Qué opinan?

𝐶𝑎𝑙𝑚 - 𝐽𝑒𝑟𝑟𝑖𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora